‘Nuestra posición es clara. No queremos un conflicto comercial, pero tampoco le tememos. Estamos atentos tanto a las palabras como a las acciones y lucharemos a cualquier costo por la protección de los intereses del país y el pueblo’, afirmó el Gobierno en un comunicado.
Esta última reacción sigue al anuncio hace unas horas del presidente norteamericano, Donald Trump, de considerar más aranceles adicionales sobre productos chinos por 100 mil millones de dólares a la luz de lo que llamó ‘represalia injusta’ de Beijing.
Lo cierto es que el temido choque comercial entre ambas potencias esta semana tomó forma y ahora es difícil para analistas o medios especializados predecir una solución porque una de las partes sigue empecinada en la confrontación, mientras la otra se defiende, sin renunciar al diálogo.
Como prometió siempre, China no se quedó cruzada de brazos y buscó contrarrestar el impacto negativo derivado del alza impositiva por 60 mil millones de dólares aprobada a fines de marzo por Trump, bajo el argumento de enfrentar presuntas prácticas lesivas para el desarrollo estadounidense y robo de propiedad intelectual.
Primero, puso en vigor el 2 de abril un aumento de gravámenes por tres mil millones de dólares sobre 128 artículos norteños como el vino, frutas, nueces, la carne de cerdo y el aluminio reciclado.
Dos días después, Beijing respondió con mayor rigor a la anunciada lista con mil 300 artículos suyos como maquinarias, equipos médicos, fármacos, material educativo, robots, tecnológicos, que Washington le impondrá tarifas por 50 mil millones de dólares.
Sus autoridades prepararon entonces un paquete arancelario por el mismo valor e incluyeron otros 106 bienes norteamericanos, entre ellos la soya, automóviles, aviones y algunos químicos, además de elevar una acción formal de disputa ante la Organización Mundial del Comercio.
Si bien reafirmaron su confianza y capacidad para responder a cualquier política unilateral y proteccionista de Washington, están convencidos que -como en toda guerra- las secuelas se sentirán en todos lados y, en este caso, el déficit comercial está a su favor y supera los 500 mil millones de dólares.
Es por ello que su sector manufacturero se reorganiza, los fabricantes contactan a los clientes en Estados Unidos y además exploran otros mercados, incluido el doméstico, con el propósito de aminorar las consecuencias del conflicto mercantil.
Por ejemplo, la proveedora de dispositivos inteligentes industriales, Senssun Weighing Apparatus, conocida también como CAMRY, busca agentes de ventas en Europa y planea ampliarse hacia países involucrados en el proyecto de cooperación de la Franja y la Ruta, con buena acogida mundial.
‘Nuestras ventas en los mercados a lo largo de la Franja y la Ruta están aumentando y vemos un gran potencial en el mercado doméstico. Esto podría ser una gran oportunidad para que nos expandamos’, dijo su presidente, Wang Xianche.
China también indicó que seguirá adelante con su política de reforma y apertura, la salvaguarda del multilateralismo y el libre comercio, pues son otras vías de contrarrestar los daños emanados del conflicto.
En todo este pleito hay algo completamente evidente: China suma más aliados a sus propuestas alternativas de desarrollo, cooperación y relaciones internacionales, lo cual le facilitaría hallar nuevos destinos para sus importaciones.
Mientras, Trump apuntala el aislamiento donde mantiene a Estados Unidos desde su llegada al poder y cada día cierra las puertas en detrimento de los mismos intereses que promete defender.
Por Yolaidy Martinez Ruiz
Beijing, 6 abril 2018
Crónica Digital /PL