El peligroso incidente, saldado por fortuna sin víctimas, se produjo entre las localidades de Quedas do Iguasu y Laranjeiras do Sul, en el sureño estado de Paraná, y su presunta autoría fue endilgada a milicias fascistas ligadas al precandidato presidencial de extrema derecha Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal), que actuaron con la connivencia de la policía local.
‘El atentado a la caravana de Lula es el más grave episodio de ese género desde el todavía inexplicado accidente automovilístico que provocó la muerte del presidente (Juscelino) Kubitschek, en la Vía Dutra, en 1976’, valoró en un artículo publicado en Brasil de Fato el periodista Joao Paulo Cunha.
No hay cómo mitigar la gravedad del hecho, pues fueron tiros, no palabras o mensajes cobardes posteados en internet, remarcó Cunha y recordó que en días previos al atentado la caravana y sus seguidores sufrieron varias acciones violentas, entre ellas el ataque en Río Grande do Sul contra cuatro mujeres que terminaron hospitalizadas.
Vale también rememorar que incluso antes que la cuarta etapa del proyecto Lula por Brasil se pusiera en marcha, el 19 de marzo en el municipio gaúcho de Bagé, la Comisión Ejecutiva Nacional del Partido de los Trabajadores (PT) advirtió en una declaración sobre la escalada de violencia y autoritarismo en el país.
Con cada violación de los derechos individuales y colectivos va imponiéndose un estado de excepción en el país, encubierto por el discurso del odio y de la intolerancia, señaló el texto y remarcó que es en ese ambiente opresivo que el gobierno golpista de Michel Temer va implantando su agenda de retrocesos.
GRAVE AGRESIÓN EN UN MOMENTO DIFÍCIL
Para la depuesta presidenta constitucional de Brasil, Dilma Rousseff, el ataque con armas de fuego lanzado contra la caravana de Lula ‘es grave y ocurre en un momento difícil’ para el país.
Ya no estamos en los años 50 del siglo pasado, o en la dictadura militar, cuando la eliminación física de adversarios políticos era una constante en Brasil y en América Latina. Esa práctica no puede ser tolerada, subrayó la ex mandataria en un mensaje difundido a través de las redes sociales.
Dilma ratificó asimismo que tales agresiones ‘no van a intimidar a los demócratas y militantes políticos’, y advirtió que ‘el fascismo es intolerable y será denunciado por todos los que creemos en la justicia social y en la política como instrumento de transformación de la realidad’.
De hecho, en una conferencia de prensa ofrecida días después de los acontecimientos en Río de Janeiro junto al ex canciller Celso Amorim, denunció que los agresores integran ‘verdaderas milicias’, bandos armados de la extrema derecha, y dijo que estos son resultado del recrudecimiento del golpe que la retiró de la Presidencia en 2016.
Según su criterio, son precisamente esos grupos radicales los que están dando el tono a la política en el campo conservador, diseminando el odio.
El monstruo en Brasil salió de la caja y es la extrema derecha, que no tenía voz y hoy la tiene y también representación; ella y esos movimientos ultraderechistas como el MBL (Movimiento Brasil Libre) son representados por Bolsonaro, dijo y alertó que ‘es la intolerancia contra todo y contra todos’.
Para Dilma, además, esa tendencia autoritaria se ve agravada en Brasil porque se combina con un histórico pasado esclavista.
El ejemplo más claro de esa conjugación entre las tendencias fascistas de hoy y el pasado esclavista es la utilización del látigo por parte de esos grupos y milicias, que lo emplean para azotar a quienes se posicionan diferente políticamente, ilustró.
Por su parte, y en un comentario publicado en el diario digital Brasil 247, el analista Paulo Moreira Leite indicó que los tiros que impactaron a la caravana de Lula en su recorrido por estados del Sur deben inspirar una reflexión pausada sobre el nuevo nivel alcanzado por la violencia política en el país.
En esa escalada se inscribe también la cruel ejecución en Río de Janeiro, apenas dos semanas antes, de la defensora de los derechos humanos y concejala del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) Marielle Franco, considerado como el primer asesinato político ocurrido durante el actual gobierno.
‘Sabemos que la resistencia democrática entró en una nueva fase, marcada por el desafío de la violencia abierta’, sostuvo Moreira Leite y advirtió que ‘los riesgos de un atentado contra la vida de Lula no pueden ser minimizados ni por un minuto’.
Aclaró, sin embargo, que los cuidados que se tomen en lo adelante con la seguridad del fundador del PT no pueden, en momento alguno, llevar a un debilitamiento de los vínculos de Lula con el pueblo.
Las caravanas representan desde su primera etapa ‘un esfuerzo de movilización de la ciudadanía para retornar a la democracia y reforzar la única candidatura capaz de vencer el consorcio jurídico-mediático responsable por la descomposición de una democracia duramente conquistada después de 21 años de dictadura militar’, subrayó.
Durante la recién finalizada cuarta fase del proyecto Lula por Brasil, el ex presidente denunció que la caravana era ‘perseguida por fascistas y grandes propietarios de tierra’ y acusó a la Red Globo de ser ‘el estimulador del odio’ en el país.
Manifestó también no tener nada contra la operación anticorrupción Lava Jato, sino contra las mentiras de las cuales es víctima todos los días y que lo llevaron a ser injustamente condenado; ratificó que él ya probó su inocencia ante la justicia, y reiteró su deseo de competir en las urnas en octubre próximo.
Nunca como ahora estoy tan entusiasmado con la idea de volver a ser Presidente de la República, para poder recuperar la autoestima y la soberanía del país; para volver a invertir en la educación, generar empleos, reanimar la economía, y para que la gente ‘vuelva a soñar, tener esperanza y creer en el futuro’, aseguró.
Por Moisés Pérez Mok
*Corresponsal de Prensa Latina en Brasil.
Brasilia, 1 de abril 2018
Crónica Digital /PL