El estudio ‘Amelia Earhart y los huesos de Nikumaroro’, publicado en la revista Antropología Forense, indica que las formas óseas presentan más similitud con la aviadora que con el 99 por ciento de los individuos en una gran muestra de referencia.
Hay muchas teorías acerca de lo que le sucedió a Earhart y a su navegante Frederick Noonan cuando desaparecieron el 2 de julio de 1937 durante un intento de volar alrededor del mundo, luego de que ella se hubiera convertido en la primera aviadora en cruzar el océano Atlántico.
Tres años después de su desaparición, en 1940, un grupo de trabajo se topó con un cráneo humano, húmero, radio, tibia, peroné y dos fémures en Nikumaroro, según el estudio.
Ese mismo año, el doctor D. W. Hoodless, de la Escuela Central de Medicina en Fiji, midió los huesos y determinó que provenían de un hombre.
Sin embargo, Jantz volvió a analizar las mediciones óseas, debido a que los huesos se perdieron, y determinó que no solo pertenecían a una mujer, sino probablemente a Earhart.
Para hacer eso, comparó las medidas del cráneo, el húmero, el radio y la tibia con las dimensiones de Earhart, basadas en las fotografías y la ropa que se encuentran en la Colección George Palmer Putnam de Amelia Earhart, en la Universidad de Purdue.
De acuerdo con Jantz, el error de Hoodless pudo deberse al estado subdesarrollado de la antropología forense en ese momento.
‘Hay muchos ejemplos de evaluaciones erróneas por parte de los antropólogos del período. Podemos estar de acuerdo en que Hoodless pudo haberlo hecho tan bien como la mayoría de los analistas de la época, pero esto no significa que su análisis haya sido correcto’, indicó.
En el análisis se utilizó Fordisc, un programa de computadora empleado para estimar el sexo, la ascendencia y la estatura de las mediciones esqueléticas con reconocimiento mundial, y en cuyo diseño participó Jantz.
Washington, 9 marzo 2018
Crónica Digital /PL