A cuatro días de expirar su mandato, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, encabezó la firma de un proyecto de Constitución que será enviado a la brevedad al Congreso Nacional.
In extremis, la jefa de Estado socialista refrendó su promesa de gobernar hasta el último día, que será el domingo cuando entregue la batuta del Palacio de La Moneda al conservador Sebastián Piñera.
La propuesta de una nueva carta magna era una de las promesas de campaña de Bachelet, que no obstante la dilatación del proceso con una serie de consultas populares, terminó por completarlo a sabiendas de que será largo el debate.
“Este proyecto establece la inviolabilidad de la dignidad humana y el respeto y protección de los derechos humanos. Así de claro, corrigiendo una tremenda omisión del texto actual”, puntualizó la dignataria.
Antes de la ceremonia de este martes en la sede presidencial, Bachelet dijo en una declaración anoche por radio y televisión que “el país cuenta con un texto constitucional ilegítimo en su origen” y con un conjunto de reformas válidas, pero sin coherencia con el resto de las disposiciones.
Aclaró que el proyecto de la eventual Ley Primera nace de las aspiraciones de la ciudadanía, establece la gratuidad en la educación y amplía los derechos al debido proceso, a huelga, igualdad entre hombres y mujeres, en particular en salarios.
“Esta Constitución se hace cargo de una deuda histórica: el reconocimiento constitucional de nuestros pueblos originarios, con sus derechos, su identidad y su cultura y su legítima aspiración de tener una representación en el Congreso Nacional”, detalló.
Más adelante remarcó que “vamos a gobernar hasta el último día, así que eso no es algo que debería sorprender a nadie”, tras recordar que la carta magna vigente nació dentro de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Añadió que la nueva Constitución, “se funda en los derechos fundamentales de las personas, perfeccionando los existentes y agregando otros nuevos que dan cuenta de los cambios políticos, sociales y culturales que hemos experimentado en los últimos años”.
La propuesta elimina los altos quórum para la aprobación de determinadas leyes, planteando la figura de la mayoría “simple y absoluta”, con la excepción de las modificaciones a la propia Constitución.
Asimismo, erradica la posibilidad de que una minoría parlamentaria recurra al Tribunal Constitucional cuestionando leyes ya aprobadas.
En 850 páginas, el texto se basó en las iniciativas de 204 mil 402 personas que participaron en cabildos ciudadanos celebrados en torno al planteamiento de la mandataria.
Será el Parlamento Nacional el encargado de decidir el mecanismo para aprobar la nueva carta magna, es decir si se llevará a consultas en un plebiscito o una Asamblea Constituyente.
Santiago de Chile, 7 de marzo 2018
Crónica Digital /PL