Una mujer fantástica se estrenó en febrero de 2017 y hasta el momento solo ha cosechado éxitos. Baste solo decir que es la única película latinoamericana que logró una nominación a los codiciados Premios Oscar 2018.
“Rebeldía, resistencia, amor” fueron las breves palabras de la protagonista de la cinta, Daniela Vega (Marina Vidal), al momento de recibir la estatuilla, el pasado 3 de febrero, en el escenario de los premios Goya 2018, en España.
El filme chileno de Sebastián Lelio, se impuso como Mejor película iberoamericana en el cotizado certamen de cine frente a otras cintas como la argentina Zama, de Lucrecia Martel; la colombiana Amazona, de Clare Weiskopf; y la mexicana Tempestad, de Tatiana Huezo.
Este largometraje se convirtió así en la cuarta obra chilena en ganar la distinción, precedida por La frontera, de Ricardo Larraín (1990); La buena vida (2008), de Andrés Wood, y La vida de los peces (2010), de Matías Bize.
Tras un exitoso recorrido, la cinta llegó como favorita a los premios españoles, luego de haber obtenido en febrero de 2017 el Oso de Plata al Mejor Guion en el prestigioso Festival de Cine de Berlín.
Mientras, en septiembre del propio año, fue anunciada como la representante chilena en los premios Oscar y Goya, logrando un espacio en ambas citas.
La cinta también logró nominaciones a los Globos de Oro, los Critics Choice Awards y los Independent Spirit, y en el más reciente Festival Internacional del Nuevo Cine
Latinoamericano de La Habana ganó el Premio Especial del Jurado y el lauro a la mejor actriz para Daniela Vega.
Ahora Una mujer fantástica avanza con paso firme hacia los Oscar. El filme de Sebastián Lelio es la segunda apuesta chilena que compite en la categoría de Mejor Película en Lengua Extranjera después de No, de Pablo Larraín, en 2012.
La obra competirá en esta categoría con otras aplaudidas apuestas internacionales: The Insult (Líbano), Loveless (Rusia), On body and soul (Hungría) y The Square (Suecia).
BÚSQUEDA DE UNA AUTÉNTICA IDENTIDAD
Una mujer fantástica relata la historia de Marina (Daniela Vega), una transexual con una prometedora carrera de cantante, que vive un romance con Orlando (Francisco Reyes), un hombre casi 20 años mayor.
Sus vidas dan un giro tras la muerte del novio, pues la protagonista emprenderá, entonces, una batalla insistente y solitaria contra el entorno familiar de la pareja para reclamar su derecho al duelo.
Repleta de simbolismos y alusiones a un universo onírico que da paso al regodeo entre el misterio, la sospecha y el melodrama emocional, la película muestra un trasfondo social consciente y una astucia psicológica con representaciones certeras respecto a la injusticia.
Pero la historia de una mujer transexual, Marina Vidal, se muestra como representación de un prejuicio enraizado más allá de las fronteras chilenas. Los sufrimientos y angustias de la protagonista se tornan empáticos a través de su carisma que desafía la lástima.
Marina es insistente respecto a su propia dignidad “sus derechos básicos al respeto, la seguridad, la sexualidad y la búsqueda del placerâ” ante la condescendencia, indiferencia,
desprecio y marginalidad que le impone una sociedad patriarcal.
Detrás de la aparente modestia, se esconde un espíritu extravagante, rebelde y libre. Una mujer que se rebela contra el determinismo social, los lenguajes impuestos y la tradición.
La obra de Lelio encuentra en la desobediencia de su personaje las claves para desencadenar el conflicto y acceder al gesto heroico: la emancipación e incesante conquista de una auténtica identidad.
Por Gema Carrillo López
(Tomado del semanario Orbe)
La Habana, 17 de febrero 2018
Crónica Digital /PL