Hace doce años, un puñado de personas decidió organizarse para defender el Bosque Panul, último bosque nativo de Santiago, que estaba condenado a morir.
Cientos de hectáreas de bosque maduro y consolidado, que habían sobrevivido al avance urbano, eran un tesoro para nuestra contaminada ciudad y había que salvarlas y protegerlas.
Pronto, muchas personas comenzaron a sumarse a esta causa, y fue así como el año 2012, después de cuatro años de intensa lucha, se logró un triunfo histórico: organismos ambientales rechazaban el proyecto inmobiliario en el Fundo el Panul, gracias a una fuerte oposición social.
La comunidad organizada lo había logrado, pero la batalla por su protección recién comenzaba.
En estos doce años, representantes políticos de todos los colores se han comprometido a protegerlo, pero ninguno ha cumplido. Mientras tanto, el frágil ecosistema del bosque recibe miles de visitantes todos los meses, y la falta de cuidado y regulación han generado un deterioro ambiental importante, siendo una verdadera bomba de tiempo para los incendios forestales.
Hoy ya no somos un puñado de personas. Hoy somos la comunidad entera que convive con el bosque: las escuelas, los jardines infantiles; las juntas de vecinos y los comités; las organizaciones territoriales, ambientales y sociales de base; miembros destacados de la comunidad académica y científica; vecinas y vecinos que disfrutamos y defendemos el Bosque Panul, quienes nos hemos reunido a través de este documento para solicitar su protección definitiva. Este tesoro natural no puede ser cambiado por cemento para el disfrute de unos pocos.
Este documento, más que una carta, es un llamado urgente a las autoridades responsables para proteger el último bosque nativo que está quedando dentro del Gran Santiago. En el preocupante contexto ambiental-global en que estamos, es imperativo proteger nuestra naturaleza. Si no lo hacemos HOY, el daño será irreversible.
Santiago de Chile, 6 de febrero 2018
Crónica Digital