En el marco de los 25 años de Santiago Mil 2018, el Teatro del Puente está presentando “Momento;Variación”. La creatividad y talento musical del Director, actor y compositor de este montaje, Angelo Solari son indiscutibles, pero insiste en esa fusión en el escenario de música y teatro. Una composición sonora y el movimiento de los cuerpos con toda su expresión gestual, para que observemos lo cotidiano de nosotros mismos.
Siete amigos están en los cafés y bajativos de lo que fue una cena en una casa aparentemente acomodada, por el buen mobiliario y la lámpara de bronce que cuelga en el centro del comedor. La atmósfera transmite una conversación amena, llena de jolgorio, donde las actuaciones son muy convincentes, tanto que de pronto da la sensación de estar dentro de ese “Momento”. Si bien es cierto hay diálogos, pero no son percibidos claramente por el público, no los puedes hilvanar y solo queda dejarte llevar por la imaginación de lo que están conversando. El ruido ambiente de los comensales sube y baja al son de un violín que es ejecutado por la violinista Camila Pérez que también está en escena, pero que para el resto es invisible, junto con el sonido de fondo de un piano que ameniza la tertulia.
El entreacto está muy bien logrado, aquí los actores van desmontando la escenografía para trasladarla más cerca del público y lo hacen de manera limpia, con el tiempo retardado proyectando una actuación en cámara lenta, que nos sitúa en el segundo acto. La articulación, los gestos, los silencios, el tiempo muerto, las miradas y la destreza de caminar con una silla, nos da cuenta que es este el instante más ortodoxo de este montaje con respecto a la esencia teatral.
Ahora en el segundo episodio, son cinco personajes, los mismos que estaban cenando y sentados alrededor de la misma mesa. Estos dialogan sobre un hecho particular que les ocurrió o podría ocurrirles. La misma secuencia de conversación es repetida por los actores una y otra vez pero con notables variantes en la voz, en el tono, en el compás y en los gestos hasta llegar a un relato casi cantado de esas frases intrascendentes. Entonces nos encontramos, a diferencia con el primer acto, que aquí lo teatral está más latente en las acciones sonoras que en las expresiones corporales. Hay un paseo que comienza en lo teatral y termina en lo musical. He aquí la “Variación”.
Esta propuesta sigue siendo desafiante pero no es novedosa, ya que este compositor y director junta dos de sus obras musicales anteriores: “Momento Nº5, Fragmento sobre un ánimo de fiesta” y “Tema con variaciones”, ambas escritas en distintos períodos -una en el 2013 y la otra en el 2010- para crear una amalgama escénica, poco frecuente en nuestras salas.
“Momento; Variación” pareciera estar más inclinado a un espectáculo musical que teatral, no es fácil digerir para el público acostumbrado al teatro de texto, con drama, risa y llanto incluido. Estas dos piezas de teatro- musical unidas exploran los diferentes sonidos de lo que puede ser una comida con amigos y la sonoridad de distintas voces y de dos clásicos instrumentos musicales inmiscuidos en el quehacer cotidiano de nuestras vidas. De pronto sigue siendo un montaje innovador -no sé si comprendido en su totalidad-. Más que un acompañamiento de fondo, Solari le da un protagonismo único al violín, casi como un actor principal, donde el diálogo poco importa frente a la fuerza armoniosa e inconfundible de las notas de un Stradivarius. Sin embargo, claramente los dos proyectos teatrales se potencian y configuran un todo en un Momento de variación del ser humano, donde el silencio vocal es sustituido por el habla de un violín y el tiempo real de los personajes no existe mientras la música fluye y no para.
Y lo he dicho en otras oportunidades, el Teatro del Puente, tiene esa magia única que te da el Parque Forestal, y ese pequeño movimiento que se advierte cuando estas disfrutando del espectáculo, literalmente en medio del río Mapocho. Y al llegar el silencio a la sala, la sorpresa agradable de escucha pasar el agua bajo nuestros pies y la noche de la capital se aprecia distinta, melancólica y sin ese bullicio del Barrio Bellavista.
Por Miguel Alvarado Natali
Crónica Digital, 16 de Enero 2018