Imperturbable, equilibrado y con un mensaje que parecía más apegado al centrismo que a la derecha, Sebastián Piñera navegaba firme hacia su segunda magistratura en el Palacio de La Moneda en Chile.
Hasta que lo sorprendió la primera vuelta de las elecciones presidenciales.
Fue un hecho totalmente inesperado y aunque se esforzó en un inicio por disimularlo, el 36,7 por ciento obtenido tensionó una campaña que marchaba segura hasta el 19 de noviembre. Su ventaja de 15 puntos sobre Alejandro Guillier no era suficiente.
Las calculadoras seguramente se pusieron en marcha esa misma noche. El senador independiente Guillier, si sumaba a toda la centroizquierda sin dudas derrotaría a Piñera en el balotaje de este domingo 17 de diciembre.
Pero la política no se guía por matemática simple ni el electorado reacciona de manera lineal. Lo que en verdad sucedió es que la contienda camino a La Moneda arrancó precisamente en esa jornada de primera ronda.
Piñera, un exitoso multimillonario que ya dirigió el país de 2010 a 2014, hizo varias promesas que sonaban bien en el oído de los electores. Devolver un ritmo dinámico de crecimiento económico, acabar con la delincuencia y estabilizar Chile.
Con el sabor de las mieles de haber ganado las elecciones para la derecha en más de medio siglo, manejó con cierta elegancia su afinidad con la Unión Demócrata Independiente (UDI), estrecha colaboradora de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Así volvió hace un año al ruedo, siempre dejando el suspenso que analizaría una nueva postulación, una puesta en escena poco convincente ante la ausencia de otra personalidad con su empuje en el abanico de la centroderecha.
La moderación terminó por culpa de Beatriz Sánchez o más bien del novel y ascendente Frente Amplio (FA), tercer lugar en primera vuelta, y con 20 puestos de diputados y uno de senador.
Una agrupación más a la izquierda que el propio Guillier que inquieta a Piñera hasta última hora.
Por todo ello, recibió con los brazos abiertos el espaldarazo del candidato ultraderechista José Antonio Kast, quien obtuvo casi el ocho por cuento de los sufragios, y de adeptos a Pinochet o rivales dentro del conglomerado Chile Vamos.
Piñera es un hombre con elevada preparación. Posee un doctorado en Economía por la Universidad de Harvard, y de acuerdo con la revista Forbes, amasa una fortuna de dos mil 700 millones de dólares.
Corrigió su discurso en torno a la educación y prometió cierta gratuidad, además de reiterar recetas económicas para conducir a la nación austral a la prosperidad permanente.
Al revés de su contendiente que redujo errores garrafales, al magnate le pasó factura señalar boletas marcadas en los comicios, decir que los niños con problemas de transgénero se corrigen con los años, y anotarse un apoyo internacional falso.
Sin embargo, nada de estos detalles pesan en Chile, sobre todo por el alto nivel de abstención (54% en primera vuelta) que con la indiferencia, deja abierto el partido para fieles seguidores de Piñera en la centroderecha.
El balotaje será muy cerrado el domingo. En todo caso, no es descabellado pensar que este hombre de negocios puede retornar al poder en Chile.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 17 de diciembre 2017
Crónica Digital /PL