Las compras navideñas y cierta indiferencia de algunos sectores tropezarán indefectiblemente con las elecciones presidenciales del domingo en Chile, que en realidad comienzan mañana.
Por diferencia horaria en países lejanos, miles de chilenos residentes en el extranjero ejercerán su derecho al sufragio, cerca de 40 mil personas inscritas, si bien la cifra debería ser mucho mayor.
Este año por primera vez en la historia los chilenos que viven fuera del territorio nacional pudieron votar, un hecho no menor por su componente político. Miles de ciudadanos debieron exiliarse a raíz del sangriento golpe de estado de 1973.
La pugna ahora será entre el senador independiente y carta de la centroizquierda, Alejandro Guillier, y el ex mandatario y multimillonario conservador, Sebastián Piñera, en un balotaje extremadamente reñido y con pronósticos reservados.
Si la primera vuelta del 19 de noviembre sirve de guía, entonces el predominio en el extranjero fue de la sorprendente candidata del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, con Guillier y Piñera de escoltas.
Sánchez y prácticamente todos los líderes de la joven agrupación ofrecieron públicamente su voto por Guillier, quien probablemente se beneficiará al menos de los sufragios en el exterior.
Fuera de ese detalle, los comicios “están abiertos”, como suelen repetir en Chile.
Una encuesta realizada por Prensa Latina con chilenos y extranjeros de distinta extracción social y tendencia política, ofreció un resultado tan reñido que pudiera estar marcado por varios márgenes de error.
En el sondeo, 68 personas se inclinaron por Guillier, pero otras 66 dijeron que el triunfador será Piñera.
Con el correr de las horas ninguna señal ofrece claridad. Escépticos de izquierda no tienen duda de que vencerá el ex gobernante, mientras apasionados de esa misma corriente se inclinan por el legislador.
Curiosamente, dentro de la propia derecha en el ala más conservadora no hay muchas muestras de exceso de confianza y los moderados más centristas apuestan por Piñera pero con resquemores.
Efectos de las Fuerzas Armadas y la policía de Carabineros asumieron este viernes el control de los dos mil 156 locales donde los chilenos acudirán a votar el domingo, con el fin de velar por el orden público.
Desde la medianoche del sábado, se implantará una ley seca y está totalmente prohibida la venta de bebidas alcohólicas.
La unidad de la centroizquierda o una población dudosa que espera del multimillonario
soluciones para impulsar la economía son los dos polos opuestos de los comicios. Y el peor enemigo, en especial para Guillier, el abstencionismo.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 16 de diciembre 2017
Crónica Digital /PL