Luego de una tregua relativa en que la ficción se confunde con la realidad, las campañas presidenciales en Chile reanudaron su propaganda electoral, ahora en una carrera de velocidad.
Será el 17 de diciembre la fecha del balotaje entre el candidato conservador y ex mandatario, Sebastián Piñera, y el senador independiente en representación de la centroizquierda, Alejandro Guillier.
Desprestigiadas por sondeos que claramente se alinearon con el magnate de la derecha, las firmas encuestadoras insisten de todas formas en recuperar protagonismo. Y “casualmente”, vuelven a dar ventaja a Piñera. Ahora con margen mucho más estrecho.
Sin embargo, lo que parece seguro es que la segunda vuelta de los sufragios será reñida y si bien hay un ligero favoritismo, la experiencia anterior recomienda cautela.
El 20 de noviembre Piñera se impuso con casi el 37 por ciento de los sufragios, 10 puntos menos de lo esperado, Guillier logró un 22,8, a tono con su línea, pero la carta del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, sorprendió con un 20,3%.
Ante este panorama, los cabildeos del aspirante de la derecha dieron rápidos dividendos. Se le sumó la ultraderecha, otras corrientes conservadoras y centristas, además de ratificar el espaldarazo abierto de los hombres de negocios.
Del otro lado de la barrera, a la ficha de la coalición gobernante Nueva Mayoría, las cosas no le salieron igual. Añadió apoyos de partidos como la Democracia Cristiana y Progresista, pero de forma absoluta del Frente Amplio (FA).
En la gama de la izquierda variopinta, en la que hay pequeños partidos y movimientos del FA, no todos quisieron extender un cheque en blanco a Guillier, señalado por ofrecer un programa de gobierno ambiguo.
Cierto es que al mismo tiempo, el FA remarcó que la opción de Piñera significa un retroceso para Chile, aunque dejó a la decisión individual el voto del domingo 17.
Santiago de Chile, 4 de diciembre 2017
Crónica Digital /PL