Según los recuentos más recientes, el seísmo y sus réplicas causaron 433 muertos, casi ocho mil heridos y decenas de miles de desplazados.
Desde todos los rincones de Irán hay envíos con ayuda para los damnificados como agua potable, comida, tiendas de campaña, mantas y ropa de invierno.
También las autoridades montaron una campaña para donaciones de sangre, a las que el pueblo persa ha respondido en masa.
Por las dificultades de acceso a las localidades afectadas por el movimiento telúrico, muchas víctimas reciben atención médica en hospitales de campaña.
El terremoto del pasado domingo fue uno de los más grandes y destructivos en la historia reciente de Irán. Los temblores se sintieron desde El Líbano hasta Kuwait.
Teherán, 19 noviembre 2017
Crónica Digital /PL