El inobjetable y abrumador triunfo de las fueras gubernamentales en las elecciones regionales de Venezuela del domingo 15 de octubre constata la voluntad de los ciudadanos de ese país de apoyar a su gobierno, de defender la soberanía, la autodeterminación y la democracia en su país.
Lo objetivo es que con una participación de un 61 por ciento del universo de más de 18 millones de electores, y en medio de una intervención política, económica, y amenazas de invasión militar, el gobierno del presidente Nicolás Maduro obtuvo un 54 por ciento de las preferencias, y ganó 18 de las 23 gobernaciones, contra 5 de la opositora Mesa de la Unidad Democrática, MUD.
Venezuela completó así, exitosamente la elección número 22 en los 18 años de la revolución bolivariana, iniciada por el comandante Hugo Chávez, un record que pocas democracias pueden mostrar, legitimando el carácter democrático y representativo de su institucionalidad.
Haría bien el gobierno chileno, y su canciller Heraldo Muñoz, que ha sido tan locuaz en ponerse de lado de la política agresiva, intervencionista y de condena a priori, o desconocimiento recalcitrante de la realidad democrática de Venezuela, de la legitimidad de su gobierno y sus instituciones, de reconocer este resultado electoral.
La cancillería chilena debería ser categórica en expresar la vocación democrática de Chile, y sobre la base de la experiencia nacional en la conspiración sediciosa y la intervención económica y militar de Estados Unidos, que llevaron al Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y descartar cualquier gesto que avale o justifique, el intervencionismo descarado que avala el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
La experiencia chilena del 73, de la conspiración de la CIA y de la Casa Blanca, y su involucramiento en la sedición derechista y empresarial, el golpe de Estado, en el adoctrinamiento, entrenamiento y financiamiento de los golpistas y los esbirros que sumieron en el terror al país durante 17 años, hace que ciertas actitudes tortuosas sobre la situación política en Venezuela, dejen de ser un acto de ingenuidad, sino de complicidad.
Ese mismo conocimiento, constatado por serias comisiones investigadoras en Estados Unidos, y la documentación oficial descalificada por el Departamento de Estado, hace que la opinión pública chilena, latinoamericana y mundial deba estar alerta a los nuevos pasos que den los conspiradores derechistas venezolanos, los medios informativos que han estado alimentando la guerra sucia política e informativa , para frustrar la voluntad democrática expresada por los ciudadanos venezolanos.
Pero la historia enseña que los conspiradores no van a cesar en su empeño de agredir a Venezuela.
Obviamente los enemigos del proceso venezolano no se van a quedar tranquilos. La conspiración sigue en marcha, y el primer paso tras la derrota, es negarse a reconocer el triunfo oficialista, validado por la autoridad electoral y uno de los sistemas más modernos de sufragios.
Sería como si tras las próximas elecciones presidencial y legislativas de Chile, un grupo de gobiernos, poderes u organismos internacionales desconociera sus resultados, Si no le son convenientes a determinados intereses geopolíticos, económicos, mediáticos o militares y pidiera su revisión.
Lo cierto es que en Venezuela ha sido puesto en práctica algunos capítulos textuales del “modelo chileno” de sedición, del libreto escenificado en Chile en los años 70, y que culminó con el Golpe de Estado de Pinochet el 11 de septiembre de 1973.
Para el recuerdo de algunos “olvidadizos”, que en Chile y otras latitudes, ambientan política y mediáticamente la conspiración derechista en Venezuela, podemos anotar algunos hechos: los asesinatos del Comandante Arturo Araya Peeters, el 26 de julio de 12973, y del Comandante en Jefe del Ejército, René Schneider el 26 de octubre de 1973, sin contar con el asesinato del ex Comandante en Jefe del Ejército y Vicepresidente de Chile, General, Carlos Prats y su esposa, en Buenos Aires, el 30 de septiembre de 1974, la conformación de organizaciones paramilitares, subversivas como Patria y Libertad y el Comando Rolando Matus. una cadena de acciones terroristas que buscaban generar la ingobernabilidad y el temor en la población, sabotaje económico, provocaciones ultraizquierdistas como las Osvaldo Romo, que resultó ser un agente de la Inteligencia militar infiltrado en grupos de ultraizquierda, movilizaciones de camioneros, supervisores del cobre, un motín militar (el tancazo del 29 de junio de 1973) para probar la capacidad de respuesta del gobierno y del pueblo, cuyos autores fueron liberados con honores por Pinochet tras el 11 de septiembre de 1973.
El corolario de todo ello- guerra sicológica, mediática, copamiento y alineamiento de instituciones del Estado como el Parlamento, la Corte Suprema, partidos políticos de Derecha, gremios empresariales, etc. todo ello conducía al Golpe de estado brutal y a comprometer a las Fuerzas Armadas en un baño de sangre, la “”guerra interna” que justificaron desde antes de septiembre del 73, con la Doctrina de la Seguridad Nacional aprendida en las escuelas del Pentágono y en los academias de los golpistas militares de Brasil, especialmente.
Cualquier parecido con la situación vivida por Venezuela no es mera coincidencia.
Venezuela debe estar alerta ante la implementación en su país del libreto sedicioso puesto en práctica en Chile por Estados Unidos y sus cómplices y subordinados locales. Tiene el derecho y el deber de defenderse.
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 19 de octubre 2017
Crónica Digital
… la cancillería chilena al poner en duda la transparencia de las elecciones regionales venezolnas y exigir “revisar sus resultados y aclarar “la controversia generada por los resultados” es cómplice en la conspiración y lo mas contradictorio es que al hacerlo pone en tela de juicio a un significativo numero de chilenos naturalizados venezolanos que participaron en estas elecciones y que tienen derecho al voto el próximo 19 de noviembre en las presidenciales chilenas.