Nadie duda que la selección chilena de fútbol es capaz de competir y ganar la Copa Confederaciones a realizarse en Rusia. Sin embargo, el plan de preparación diseñado por la ANFP se malogró con la actuación de Burkina Faso, primer rival amistoso en la previa al torneo.
Se habló toda la semana de la llegada del equipo “C”, del pobre análisis frente a una liga que no es profesional, de quien jugaría y timbraría sus boletos para la competición, pues el encuentro frente al conjunto africano fue la despedida del país. Metiéndonos en el partido, dadas las numerosas oportunidades claras de gol, el resultado quedó algo corto.
Las condiciones hasta antes de entrar a la cancha ya preveían una medida poco calificable, y en el término del primer tiempo se desnaturalizó todo. La -merecida- expulsión que afectó a Burkina Faso le quitaba la poca resistencia y seriedad del desafío, sólo mitigada con la actuación del portero, destacada como lo más sobresaliente de la visita.
Chile tuvo puntos altos dentro de todo. Vidal se alzó como el referente que es con su jerarquía y técnica, Díaz desde el orden táctico, Puch y su movilidad, sumado a las ganas de Sagal para anotar. No hubo bajos rendimientos gracias a la feble resistencia rival, no había cómo “jugar mal”. Los destacados de este párrafo tampoco tuvieron que hacer cosas muy espectaculares, sólo siendo ellos mismos obtuvieron la diferencia necesaria.
Fue interesante de todos modos lo de Pinares, Fuenzalida y volver a tener una pareja de centrales tan altos como Roco y Maripán. Son lamentables las bajas por lesión de Nicolás Castillo y Felipe Mora, por sus campañas goleadoras en la liga mexicana y chilena respectivamente. Se les va a extrañar, como la presencia de Jorge Valdivia o Matías Fernández, en desmedro de Felipe Gutiérrez o Pedro Pablo Hernández.
No obstante, confiando en el ojo de Juan Antonio Pizzi, se espera que los próximos amistosos -Rusia y Rumania- pongan en aprieto para echar a andar la máquina de una vez. No vaya a ser que la confianza en exceso mate el proceso. Cuando la selección sube su intensidad y se enfrenta a mayores retos, le puede hacer pelea a cualquiera.
Por Vicente Vásquez Feres
Estudiante de Periodismo
Universidad Católica de Chile.
Santiago de Chile, 5 de junio 2017
Crónica Digital