El especialista en transporte urbano y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Rodrigo Martin, emplaza al Gobierno a precisar urgentemente cómo será financiado el proyecto, considerando la cantidad de recursos que demanda (2.900 millones de dólares); esto, pues teme que se deje en manos de un inversionista extranjero la construcción de esta línea.
-Puntualiza que la sola mención de un proyecto de Metro detona instantáneamente la especulación inmobiliaria. “La idea es evitar el traspaso de toda la inversión que hace el fisco a la especulación inmobiliaria”.
-Advierte que basta observar los resultados que ha generado el modelo de concesiones en el Transantiago para descartarlo de plano, para el ferrocarril metropolitano.
La Presidenta de la República, Michelle Bachelet, dio a conocer ayer en su Cuenta Pública a la Nación, la construcción de la Línea 7 del Metro de Santiago, que avanzará en forma paralela a la Línea 1 con el objetivo de descongestionarla. El trazado, con una inversión de dos mil 900 millones de dólares, comprenderá 30 kilómetros y abarcará siete comunas: Renca, Cerro Navia, Quinta Normal, Santiago, Providencia, Las Condes y Vitacura.
Ante tal anuncio, el experto en transporte urbano y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Rodrigo Martin, reconoce que el crecimiento de Metro es absolutamente necesario para mejorar la movilidad y transporte capitalino. Sin embargo, critica el carácter más bien primario del anuncio presidencial, considerando que solo se da a conocer el trazado que recorrerá el ferrocarril, sin especificar el mecanismo de financiamiento para construir la nueva línea.
“Estamos partiendo por el regalo de la información al mercado inmobiliario, más que por la gestión urbana del transporte”, sostiene. El especialista explica que la sola mención de un proyecto de Metro detona instantáneamente la especulación inmobiliaria ya que, al conocerse el plan, las empresas calculan de inmediato el aumento del valor del suelo en aquellas zonas por donde, hipotéticamente, puede pasar. De esta manera, evalúan compras de terreno en aquellos lugares que, estiman, pueden alcanzar una mayor valorización.
Debido a esta práctica recurrente del sector inmobiliario, el especialista remarca que “este proyecto constituye una oportunidad para otorgarle al Estado la facultad de capturar parte del aumento del valor del suelo que provoca Metro, para poder financiar la iniciativa de manera que se pueda recuperar parte de esos US$2.900 millones que costará su construcción”, indica.
El especialista hace hincapié en que el monto es excesivamente alto, considerando que es similar al gasto que se hizo en la construcción de dos nuevas líneas (3 y 6), por lo que se requiere de modo urgente precisión en términos de cómo se va a financiar. Además, señala que los proyectos económicos de los candidatos presidenciales rondan los US$10 mil millones, lo que significa que buena parte de los recursos irían a parar al proyecto si no se concesiona, alternativa que el académico rechaza de plano.
“Esto es, precisamente, lo que no se debe hacer, porque es dejar en manos de un inversionista extranjero la construcción de esta línea, y vamos a tener que pagar eso a través de la operación del Metro. Por lo tanto, el valor del boleto dependería de cómo se haya definido ese contrato de licitación”, explica.
A su juicio, basta observar los resultados que ha provocado el modelo de concesiones en el Transantiago para descartarlo de plano para el ferrocarril metropolitano. Además, indica que si se revisa la experiencia mundial, lo que se observa es que la gran mayoría de los países no privatiza este tipo de servicios, por considerarlos críticos.
Finalmente, el académico insiste en que el mejor camino de financiamiento para este mega proyecto, es la captura de plusvalía del suelo que genera el Metro. “La idea es no terminar traspasando toda la inversión que hace el fisco a la especulación inmobiliaria”, sentencia.
Santiago de Chile, 2 de junio 2017
Crónica Digital / usach.cl