El reporte concluyó que la función cognitiva se asocia notablemente con las siestas.
Casi el 60 por ciento de los participantes aseguraron que dormían una siesta de entre 30 y 90 minutos después de comer.
Las comparaciones mostraron como personas que dormían una siesta moderada tenían más conocimiento general que las personas que no dormían o realizaban siestas excesivamente largas.
De la muestra, los que durmieron alrededor de una hora después de comer tuvieron mejores resultados, y quienes no lo hicieron puntuaron como si hubieran envejecido cinco años.
Según otra investigación de la Universidad de California, una siesta de una hora es suficiente para que la memoria a corto plazo ‘hiberne’, ayudando así a aprender más cosas tras despertar.
Durmiendo 60 minutos se puede mejorar el nivel de alerta hasta por diez horas seguidas, añadió dicha fuente.
Solo recostarse y cerrar los ojos ya es benéfico, pues disminuye la presión, los nervios y la ansiedad, agregó.
Washington, 28 mayo 2017
Crónica Digital /PL