Según el Boletín de vigilancia del ISP de esta enfermedad, los detectados pasaron de 532 a 1.640 en el periodo analizado. La regiones con mayores confirmaciones son Metropolitana, Biobío y Coquimbo.
Un incremento del 208% entre 2010 y 2015, experimentaron las cepas confirmadas de gonorrea en el país, según el último Boletín de Vigilancia de esta enfermedad elaborada por el Instituto de Salud Pública (ISP).
El informe describe que en 2015 se detectó el mayor número de casos (1.640), respecto a los años previos en estudio: 2014 (1.247); (2013) 975; (2012) 815; (2011) 723 y (2010) 532. En tanto, desde enero hasta junio del 2016, se observó un aumento de 5,8% en el número de cepas confirmadas en comparación con el mismo periodo del año 2015, precisó el organismo.
El ISP agrega que “se observa que en el período 2010-junio 2016 el mayor número de cepas confirmadas pertenecen a hombres, lo que corresponde al 90,2% (6.134/6.801) del total de confirmadas. En cada año del período predominó el porcentaje de cepas correspondiente a hombres, con porcentajes entre un 84,9% y 92,9%. Desde el año 2013 se dispone de información referente al sexo de las personas del cual provienen las cepas confirmadas”.
Con relación a la distribución geográfica “de la presencia de las cepas de N. gonorrhoeae confirmadas en el período 2010- junio 2016, el mayor número de cepas corresponde a la Región Metropolitana (63,3%), seguido por la Región del Biobío (7,4%), que ha mostrado un aumento importante en el número de cepas confirmadas desde el año 2010, y en tercer lugar la Región de Coquimbo (6,7%)”, acotó la entidad.
El informe también detalla que, de acuerdo a los resultados de “análisis de susceptibilidad de cepas de N. gonorrhoeae 2010 – junio 2016”, la resistencia a algunos antibióticos ha ido en aumento. Así, por ejemplo, se desprende que para el “ciprofloxacino”, la resistencia llegó a 31% en 2010; 40% en 2013; 54% en 2014; 60% en 2015 y 63% en 2016 (hasta junio). Por su parte, a la “penicilina” el microorganismo presentó resistencia del 33% en 2010; 35% en 2011; 44% en 2015 y 49% en 2016 (hasta junio). A otros antibióticos, como “ceftriaxona” o “azitromicina”, no se detectaron cepas resistentes o hubo mantención de la misma entre 1% y 5%, respectivamente.
Del por qué esta diferencia. La académica de la carrera de Química y Farmacia de la U. San Sebastián, Dra. Clarissa Gondim, asegura que esto responde a la utilización inapropiada e irracional de antibióticos, que “conlleva a que las bacterias desarrollen múltiples mecanismos de resistencia a estos medicamentos”.
Destaca que “no todos los antibióticos tienen los mismos componentes. Existen antibióticos de distintas clases, como, por ejemplo, los betalactámicos, quinolonas u otros. Es importante destacar que cada antibiótico tiene un espectro de acción, es decir, puede ser utilizado para un cierto grupo de bacterias. Por ejemplo, no se debe prescribir penicilina para tratar diferentes tipos de infecciones, porque puede no ser compatible con la bacteria a tratar. Lo ideal es que se realicen análisis microbiológico de la cepa bacteriana que está causando la infección y que la antibioticoterapia empírica se aplique de acuerdo a directrices clínicas”.
Santiago de Chile, 5 de abril 2017
Crónica Digital