El fantasma del pasado aún cercano de guerra y muerte en la región vuelve a agitar hoy las tensiones en las relaciones entre Serbia y Bosnia y Herzegovina.
Los nexos entre los dos países vecinos daban señales en los últimos meses de encaminarse por la vía de la cooperación y el entendimiento basados en acciones concretas y pragmáticas de ambos lados y parecía inminente una visita del presidente serbio, Tomislav Nikolic, a Sarajevo.
Pero el tema del genocidio atribuido a los serbiobosnios por el apoyo recibido del Ejército Popular de Yugoslavia en la primera mitad de los 90 del siglo pasado, zanjado con la decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de ONU en La Haya el 26 de febrero de 2007, entró de nuevo en escena.
Ayer, por decisión de Bakir Izetbegovic, miembro de la presidencia de la Federación de Bosnia y Herzegovina, una delegación de ese país entregó en la sede del tribunal el pedido de revisión de esa sentencia, justo tres días antes de expirar el plazo de 10 años determinado para hacerlo.
Este acto casi coincidió con el momento en que la presidencia colectiva de ese estado discutía el tema para determinar si procedía o no presentar ese pedido, pero Izetbegovic se retiró de la sesión cuando su delegación introducía la solicitud junto con abundante documentación.
Ahora la CIJ debe comprobar lo recibido, establecer plazos y enviarlo a la otra parte, en este caso Serbia- así se especifica en la reclamación- para que se pronuncie al respecto.
La demanda de revisión no tuvo la aprobación de la presidencia de Bosnia y Herzegovina, lo cual se considera una violación por actores de ese órgano- especialmente de la República Srpska, una de las entidades de la Federación- y una invalidante para ser procesada.
Pero el hecho se consumó bajo el criterio de Izetbegovic de que ese paso no era necesario porque una decisión al respecto adoptada en 2004 para la primera petición seguía siendo válida, al igual que el derecho a buscar la verdad y la justicia ante tribunales nacionales y extranjeros, dijo.
La revisión significaría un golpe a la relativa estabilidad en la región y a la institucionalidad en ese país vecino, pues Serbía figuraría como la principal acusada, junto con la República Srpska.
Belgrado reaccionó diciendo que la postura del representante de los bosnios en la Federación es volver 22 años atrás, cuando fue suscrito el Acuerdo Marco General para la Paz en Bosnia y Herzegovina (conocidos como acuerdos de Dayton).
El primer ministro, Aleksandar Vucic, en entrevista hoy con el embajador de Estados Unidos en Serbia, Kayl Scott, opinó que ese paso arroja al pasado las relaciones entre los dos países vecinos, construidas con mucha dificultad, y lesiona la estabilidad en toda la región.
Serbia respetara siempre la integridad de Bosnia y Herzegovina y se pronuncia por el mantenimiento de la paz y la tranquilidad en la región, pero bajo ningún concepto permitirá que sean amenazados los intereses estatales y nacionales del país, advirtió.
En esta atmósfera reinante ahora cabe esperar el curso de los acontecimientos internos en las instancias de poder en el país vecino y, lo más importante, si el CIJ da lugar o no a la revisión pedida por Izetbegovic.
Por Roberto Molina Hernández
Belgrado, 24 de febrero 2017
Crónica Digital /PL