Una investigación internacional alerta sobre la extensión en el mundo de los incendios violentos como los que devastan en las últimas semanas a Chile, considerados los más terribles en la historia de ese país suramericano.
Los participantes en el estudio, liderado por el académico David Bowman, de la universidad australiana de Tasmania, acopiaron información mundial registrada por satélites sobre el impacto de 23 millones de estos eventos entre 2002 y 2013.
Según un artículo divulgado en Nature Ecology and Evolution, de esa información analizaron 478 de los incendios más agresivos.
Al decir de Bowman, los eventos de fuego extremo son un fenómeno global y natural, particularmente en áreas boscosas que tienen estaciones secas pronunciadas.
En tal sentido, con la excepción de la altura del suelo, la investigación encontró que los fuegos extremadamente intensos se asocian con tiempo anómalo, como sequías y vientos, o en regiones desérticas, después de temporadas particularmente húmedas, expresó.
De los 478 eventos más importantes, identificamos 144 desastrosos, los cuales se concentraron en regiones donde se crearon paisajes arbolados inflamables, como las áreas que rodean a las ciudades en el sur de Australia y el oeste de Norteamérica, comentó.
A propósito de ello, utilizando las proyecciones del modelo de cambio climático, la pesquisa vaticinó más incendios peligrosos en la costa este de Australia, incluyendo Brisbane, y toda la región mediterránea: Portugal, España, Francia, Grecia y Turquía.
Los pronósticos sugieren un ascenso en los días propicios a los fuegos extremos de entre 20 y 50 por ciento en estos paisajes propensos a desastres, subrayó Bowman.
Por su parte, el profesor Crystal Kolden, de la universidad de Idaho, reconoció que Estados Unidos tenía una proporción mucho mayor de casos de incendios desastrosos que cualquier otro país.
Para que tenga una idea, el fuego incontrolado quemó más de diez millones de acres en Estados Unidos en 2015 y costó más de dos mil millones de dólares apagarlos, apuntó.
Aunque algunos piensan que no se puede hacer nada ante estos grandes siniestros, considero que podemos minimizar el potencial de desastres al reducir la densidad forestal, sugirió.
Asimismo, mejorando la mitigación y la preparación mediante el desarrollo de comunidades resilientes al fuego, concluyó Kolden.
Londres, 8 de febrero 2017
Crónica Digital /PL