“Un partido funciona como una empresa, como una industria donde el director general (líder) y el consejo de administración (comité político) detentan un poder inalcanzable e indivisible. Para detentarlo precisan sólo de managers obedientes, empleados serviles, yes-men, o sea los hombres que no son hombres, son autómatas que dicen siempre que sí” (Oriana Fallaci)
Los partidos políticos hoy están en un momento de alerta. Están desorientados, no logran entender el actual contexto social; pareciera que alguien les pateó el tablero, y ese alguien no aparece, es invisible… ¡pero sí existe!
Esta desorientación los hace tomar malas decisiones, esta pérdida del sentido los lleva a instalar puntos de vista a ratos surrealistas, en otras ocasiones, puntos de vista carentes de ética y verosimilitud.
Diagnosticar mal un momento social, es el resultado de múltiples variables, una de estas: la sordera crónica, es decir, no escuchar y ni ver al otro. No sentirlo, no validarlo, no reconocerle su poder y autoridad como ser humano y ciudadano.
“Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado
como persona y nadie debe ser divinizado” (Albert Einstein)
Soy un convencido que un partido político debiera ser sinónimo de acuerdo, propósito, acción, creencia, poder y participación. Cuando un partido transita por estas distinciones, eso significa que el norte trazado a corto, mediano o largo plazo en algún momento tendrá resultados positivos, es decir, lo que se soñó ocurrirá. Por lo mismo, sostener una promesa, un sueño, una utopía, una opción es, definitivamente, toda una quimera en estos tiempos de oportunismo y hambre exacerbada por una “peguita”.
Que un partido político opte por construir una mejor sociedad, esa sola declaración ya no basta para hacerla una colectividad interesante y respetable. Hoy la política necesita que esas declaraciones se transformen en acciones concretas, en táctica, en conducta coherente, consistente y sostenida en el tiempo. Digo esto porque los partidos políticos aún tienen la posibilidad de sumar al mundo social… pero sí, con otros valores y paradigmas, ya no tan transaccionales y oportunistas. Soy de la idea que hoy los partidos políticos necesitan de un nuevo GPS, instrumento que los lleve a nuevos lugares, a nuevas creencias y conversaciones… y lo más importante, a nuevas formas de empatizar con las personas y sus necesidades.
Otro tema que me conecta con los partidos políticos es la capacidad que éstos pueden llegar a tener para generar opinión, ideas, miradas y acciones. Ahora, todo esto ocurre cuando el colectivo político tiene la capacidad de conversar desde insumos actualizados, desde saberes a la altura de los tiempos. Este mundo dinámico necesita de preguntas mayores, con altura de miras y altamente informadas. Pregunta: ¿qué nivel de actualización tiene hoy el saber promedio de un colectivo político? Creo que el presentismo del poder por el poder los hace valorar muy poco el mundo de las ideas. Por lo general los partidos buscan a sus cuadros técnicos para procesos electorales solamente, para así generar propuestas… pero eso es todo. El momento, la foto, el titular, de eso no se sale.
Por años vi cómo los partidos cumplían el rol de educar a sus militantes, los educaban con miradas propias, con liderazgos éticos, con discursos cargados de valores y, lo más importante, con propósitos transformadores hacia el bienestar de las personas. Ritos, mitos e hitos hacían de los partidos, verdaderas ágoras de relatos y narrativas propias. Para que eso ocurriera, el rol de las conversaciones era clave. Se conversaba porque había que alinear un criterio, o porque había que emprender una tarea, o porque había que co construir un desafío común. Las conversaciones al interior de los partidos, era el nutriente que hacía confluir discrepancias… pero todo tenía un sentido: que el partido estuviera al servicio de un proyecto mayor –mejorar la vida de la gente.
Pienso en los partidos políticos y me conecto con las clásicas y hermosas historias de personas que al entrar a un partido les cambió la vida. Seres humanos que al interior de esos partidos aprendieron a leer, o que se pusieron a estudiar, o que mejoraron su condición de persona gracias a ideales nobles, aprendizajes y sueños que en un momento determinado los hizo seres conscientes, ¡así de simple! Pienso en esos testimonios y me conecto con el rol actual que hoy debieran tener los partidos, por ejemplo: En aquellos tiempos los partidos cumplían el rol de convocar, motivar, educar, empoderar y alinear los propósitos y sueños de sus militantes. En aquellos años la gente sentía por sus partidos una admiración absoluta, un compromiso real y desinteresado. Quienes estaban en esos partidos estaban al servicio de los ciudadanos. Estoy seguro en esos tiempos a nadie se le hubiese pasado por la cabeza esconder los símbolos a la hora de emprender una campaña. Eso hoy sí ocurre, y nadie se complica… todo sea por ganar la elección.
Por otro lado, me acuerdo cuando llegó la democracia y surgieron una avalancha de becas para estudiar en el extranjero, en ese momento los partidos políticos dieron la primera señal de desconexión con el mundo social. Cerraron las puertas a la meritocracia y atornillaron a sus “funcionarios”, sobrinos, hijos y amigos… y el valioso conocimiento que en ese momento se le estaba ofreciendo al país, se diluyó en perfiles bastante poco académicos, técnicos y meritorios. Esa señal brutal y evidente para todo el país, fue la introducción a lo que sería el futuro de una casta infranqueable que hasta hoy modela la vida de los chilenos. ¡Sin palabras!
Tengo claro que hoy las tecnologías cumplen un rol en la vida de los países -y las personas obviamente- y sus desafíos, también comprendo la función de los movimientos sociales… todo esto está clarísimo, de igual forma, asumo que la configuración de un partido es algo que seguirá vigente en la administración del Estado. El punto no es abolirlos, el tema es desafiarlos a crecer, a desarrollarse, a superarse y a comprender que su rol es clave en la medida que su trabajo se funde en una toma de conciencia (ética) honesta y comprometida con las personas. Crear masa crítica, autónoma y desinteresada, ése debiera ser el norte a seguir de todo colectivo político.
Recuerdo años atrás estando en Asunción (Paraguay), salí a caminar después de hacer un curso de pos grado en una universidad. De un momento a otro veo un enorme edificio que decía Partido Colorado. Caminé al edificio y en cosa de minutos ya estaba conversando con la gente que ahí trabajaba. Mi gran sorpresa fue saber que ese partido, ya enquistado en el sistema político paraguayo por décadas, en ese momento –y hasta hoy- contaba con un “Departamento de Recursos Humanos”. Siempre he pensado que cuando un partido tiene una estructura generadora de riqueza (empresa), es porque su norte ya es otro.
Al final del día la situación es clara, son los pueblos los que deben perfilar su presente y futuro político, y de ahí para adelante todo es suposición. Un día el poeta, dramaturgo y novelista romántico (francés), Víctor Hugo, planteó en forma enfática que “La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento; existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer”… todo esto apunta a lo mismo, ¿qué políticos queremos que nos gobiernen?, ¿qué tipo de partidos políticos deseamos que funcionen en nuestro engranaje político-país?, ¿cuál será nuestro umbral de tolerancia al mal trabajo, a la gestión deshonesta y a la corrupción encubierta? La respuesta a estas y a otras preguntas no es el resultado de trucos de magia o milagros divinos, sino que surgirán de las decisiones resueltas e informadas de ciudadanos empoderados y comprometidos con sus propias vidas, y con las de los demás también.
“El hombre más poderoso es el que es dueño de sí mismo” (Séneca)
Por Fernando Véliz Montero
Ph.D © en Comunicación y Coach Ontológico.
Autor de “Comunicar” y de “Resiliencia Organizacional”.
Bogotá, Colombia. 02 de Febrero de 2017
Crónica Digital
Objetivo, racionalizado, humanizado y actualizado.
Son algunas de las cualidades que tiene esta crónica.
Ojalá , pueda ser leído por los añejos dirigentes políticos , para que renueven sus marcos teóricos, si es que los hay , y comiencen a remover sus propuestas arcaicas ,para nada idoneas .
Felicitaciones Fernando Veliz !
Muchas gracias Guillermina por tus palabras. Está claro que todos buscamos lo mismo: sacar a los partidos políticos del campo transaccional (rentabilizador-individualista), y llevarlos al campo social (desarrollo colectivo), es decir, estar al servicio de los ciudadanos. Un gran abrazo. Fdo.
Fernando : Muy brillante claro y novedoso tu análisis ; pocas personas podrían no compartirlo . Un abrazo