Fueron los desmanes cometidos por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), venerada en la actualidad, aunque resulte paradójico, por algunos parlamentarios de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI).
Hoy la presidenta de la República, Michelle Bachelet, inaugura la exposición fotográfica ‘Sitios de Memoria’, con imágenes del pasado traumático de Chile en lugares donde se trasgredieron los derechos humanos.
Será en un acto en la Plaza de la Constitución, frente al Palacio de La Moneda, el mismo que fue bombardeado contra el entonces presidente del Gobierno de la Unidad Popular, Salvador Allende.
Manuel Antonio Maldonado era un dirigente campesino en Chile, detenido a raíz del golpe de estado el 11 de septiembre de 1973, que salvó la vida de forma casi milagrosa tras sufrir violentas torturas.
Es uno de los protagonistas del libro Terrorismo de Estadio, de la escritora y periodista Pascale Bonnefoy, quien especialmente recomendó hablar con Maldonado por el impacto de su testimonio.
Bonnefoy consagra la segunda edición de su texto de 2005, ahora prácticamente renovado en su totalidad, al campo de concentración en que se convirtió el estadio Nacional (de Santiago de Chile), donde miles de personas fueron torturadas.
‘Mi enfoque es como el campo militar en que se convirtió el estadio Nacional. Quise llegar a quien operó y quiénes eran los militares, que hicieron, cómo se organizaron. Un panorama global que abarca las torturas, interrogatorios y prisión’, detalló.
La actual corresponsal asistente para The New York Times precisó que en el libro incluyó secciones acerca de los médicos que operaron en la instalación, los servicios de inteligencia, la plana mayor y las personas que sufrieron.
Santiago de Chile, 9 de septiembre 2016
Crónica Digital / PL
La Muerte de la Sociedad Colectiva
En un país muy remoto, ubicado en el cono sur de Sudamérica, donde la información, la tecnología y la literatura era difícil de obtener. Sin contar, que muchas naciones no sabían de la existencia de este país sudamericano.
Sin embargo, Chile apareció en la portada de los diarios del mundo, un hombre se convirtió en el primer presidente socialista del mundo en acceder al poder a través de elecciones generales en un Estado de derecho. Ese hombre se llamaba Salvador Allende.
Un hombre que instaurando un Estado Socialista en nuestro país, trato de ayudar al necesitado, de otorgarle mayores derechos al trabajador, que el rico y el pobre tuvieran la oportunidad de unirse, para que la sociedad fuera “una sola”.
Pero, esto golpeaba en la barbilla a personajes que tenían (y que aún tienen) el control tanto político como económico del país, en el cual no se quedarían con los brazos cruzados. Contando ademas con el apoyo de un país que se convirtió en potencia, luego de la Segunda Guerra Mundial, y que usando el pretexto de exterminar el “cáncer marxista” intervino en un sinfín de países subdesarrollados, golpeándolos económicamente, interviniendo en sus políticas y cambiando regímenes, como el golpe de estado de Irán en 1953, derrocando al gobierno democráticamente electo del primer ministro Mohammed Mosaddeq y su gabinete. Y a Jacobo Arbenz en Guatemala un año después.
La historia no fue distinta en Chile, los poderes facticos orquestaron un golpe de estado, en el cual no solo llevó el deceso de Allende y la de miles de ciudadanos. Sino no que también, fue la muerte de la sociedad colectiva. Dando paso a la sociedad individualista, una sociedad que se preocupa del tener, que se preocupa de lo material, es decir, una ciudadanía neo liberal.
Han pasado 43 años del golpe, vivimos en democracia, pero el lema de batalla “La alegría ya viene” que pregonaban los partidos que supuestamente lucharon en contra de Pinochet, nunca llegó. Seguimos viviendo las bases económicas, sociales y políticas que nos impuso la dictadura militar. La gente esta harta de seguir atada de manos a un sistema que no los representa. En el cual a llevado a varias manifestación sobre los temas de salud, educación, trabajo, etc. Pero, todo esto esta unido al mismo tema, “la constitución de Pinochet” y que fue ratificada por Lagos en el 2005, convirtiendo a la Concertación (actualmente Nueva Mayoría), en un acólito del Régimen Militar.
El sistema que actualmente nos rigen está en crisis, han caído en la desconfianza tanto los actores políticos y los empresarios. La ciudadanía busca una solución ante este problema. Sin embargo, pareciera que la opción es mediante un cambio radical. ¿Plebiscito o revolución? ¿Hacer los cambios de por la vía institucional o mediante un levantamiento popular? Es una de las tantas preguntas que debemos hacernos, si realmente deseamos que nuestra sociedad cambie.
Esto me recuerda, una frase del presidente socialista: “LOS CAMBIOS LOS HACEN LOS PUEBLOS Y NO LOS GOBIERNOS”.