El experto de la Universidad de Santiago, Francisco Castañeda, enfatiza que la isla padece problemas estructurales y critica la ausencia de una estrategia de desarrollo que evite la dependencia en la “sinuosidad” de la industria salmonera.
Después de 18 días, el Gobierno alcanzó acuerdo con la última de las 15 comunas de que se encontraban paralizadas a raíz de las consecuencias de la marea roja en Chiloé. Pese a que se comprometieron bonos, una mesa de trabajo y una instancia de seguimiento para evaluar los avances, lo concreto es que las protestas y movilizaciones dejaron al descubierto problemas graves que padecen los habitantes de la zona.
Así lo entiende el economista de la Universidad de Santiago, Francisco Castañeda. “Lo único bueno de la crisis es que reveló problemas estructurales que tiene la sociedad en Chiloé respecto a sus fuentes de ingreso para sus familias”, sostuvo el doctor en economía geográfica. Pese a que valoró el alivio que significa un bono para los afectados, enfatizó que este es solo un “paliativo” para descomprimir una situación puntual. “El conflicto social de larga data no está solucionado”, insistió.
Para el académico y director del Magíster en Administración y Dirección de Empresas del plantel estatal, “hay una razón anterior que desencadena estos problemas y eso tiene que ver con la ausencia de una estrategia de desarrollo más clara de parte del Gobierno Central respecto a las regiones. Aunque han existido avances, siempre estos esfuerzos están en una perspectiva aislada y casi siempre en relación al tejido empresarial más robusto. La región estaba y sigue dependiendo fuertemente de la industria salmonera, la cual entró en crisis hace algunos años y no ha logrado un repunte significativo por el tema de la sobreproducción y la falta de autorregulación”.
“Aunque no está totalmente claro cuál es la responsabilidad de la industria salmonera en esta crisis ocasionada por la marea roja, ciertamente que su comportamiento errático la agudiza”, explicó, señalando que “cuando un sector concentra tanta magnitud de influencia económica -ingresos, empleo- y entra en crisis, el descalabro es total”.
Castañeda apuntó como una de las causas más importantes del deterioro “la falta de integración de una matriz productiva más compleja y más densa, donde el Estado y sus agencias hagan un trabajo mucho más importante en una región que está alejada del Gobierno Central y que tiene problemas sociales graves”.
En ese sentido, afirmó que el Ministerio de Economía, sus subsecretarías y agencias estatales deben impulsar más decididamente los micropolos productivos como la pesca artesanal, el turismo o la actividad agrícola de la zona. Así, los efectos de un eventual desacoplamiento de las industrias concentradoras y extractivas serían compensados.
“Se debe repensar Chiloé como un polo de actividades económicas que cuenten con claros incentivos del sector público hacia estas actividades en pequeña escala productiva. Ahí, el papel de las salmoneras no ha sido el adecuado, porque se expanden y contraen de manera vertiginosa con todo el efecto adverso sobre el bienestar social –es decir, migraciones no sostenibles, daño al medio ambiente, falta de confianzas social, etcétera-. Las alzas y caídas son muy sinuosas, y eso al final es más riesgo para las personas”, señaló.
El especialista sostuvo que el Estado debe instalar las capacidades de su capital humano y técnico para hacer una buena evaluación de proyectos en Chiloé. “Lo importante es que los recursos se destinen pensando en que este es un tejido empresarial débil que requiere apoyo. No podemos seguir pensando en esta concepción de grandes empresas. El apoyo fundamental debe ser para las empresas pequeñas o medianas, abrir más espacios a la pesca artesanal a futuro en términos de las cuotas que asigna la autoridad y pensar que no solo es pesca, sino turismo, agricultura a mediana escala, comercio, educación superior, entre otros”, señaló.
En ese esquema, también asignó una importante responsabilidad al desarrollo de pequeñosclusters pero con un enfoque diferenciado respecto a la política que anteriormente existió en este ámbito, los que, a su juicio, “tienen que tener una visión mucho más enfática y afirmativa en apoyar los micro emprendimientos y pequeñas empresas en Chiloé”.
“No podemos esperar que en seis meses más o en un año más la gente salga de nuevo a bloquear calles o caminos porque exige más recursos. Hay todo un discurso del Ministerio de Economía que espero que se plasme en términos de desarrollar actividades regionales productivas, conectar los pequeños productores en el sector agrícola con las cadenas de producción de Puerto Montt, por ejemplo, y generar más incentivo para los micro emprendedores que autosubsisten”, enfatizó.
“Finalmente, la dura lección que dejan las salmoneras, y que quedó al descubierto, es que a largo plazo, y en términos de sustentabilidad, el redireccionamiento hacia actividades en menor escala productiva, es el camino a seguir por las autoridades”, concluyó.
Santiago de Chile, 21 de mayo 2016
Crónica Digital / usach.cl