Existe en este tema un ámbito que atañe al individuo, como participante de una comunidad y tiene que ver con la ilusión subjetiva de la autonomía; ello consiste en la creencia de que el individuo, al definir sus necesidades e intereses, al formular sus aspiraciones y sus formas de ver el mundo, actúa con conocimiento de la realidad objetiva y tiene la opción de elegir entre diferentes alternativas.
Su percepción de los fenómenos y su interpretación de la realidad, parecen surgir libremente de su yo. Esto en apariencia, refleja la exclusividad de su propia voluntad y decisión autónoma. Pero lo que en realidad ocurre, es que el individuo no advierte las dimensiones reales en que sus actitudes y opiniones están condicionadas por fuerzas externas a él. La ideología dominante, la visión del mundo, la cultura y la relación de innumerables procesos sociales que le toca vivir, operan abierta y secretamente en lo que somos. Todas estas fuerzas que influyen en la formación del individuo, pero cuyos efectos no percibimos con claridad, nos conducen al a que tengamos una imagen velada de nuestra propia verdad, en relación a la verdad aportada por otros seres sociales, atribuyéndonos una objetividad total, aportada además por hechos que están probados “científicamente”.
A este respecto, es importante señalar lo postulado por Berger y Lckmann (2001) “La realidad es socialmente definida”, pero las concepciones siempre se encuentran encarnadas: son los individuos concretos o las comunidades que actúan como definidores de la realidad. Las comunidades de lenguaje (los medios de comunicación, el estado, la opinión pública, etc.) levantan estos conceptos, pero estos, a su vez, difícilmente pueden sustraerse de los asertos de la realidad, los valores, las actitudes y expectativas de una determinada manera de producir conocimiento. Al plantear un problema, imponen a la situación dada, sus propias categorías de pensamiento, sus interpretaciones que no reflejan necesariamente los valores, aspiraciones y necesidades de otros actores sociales.
Para superar esta trampa ideológica, y no caer en relativizaciones que socaban toda la discusión, los medios y sobre todo los nuevos medios electrónicos, deben recoger las descripciones, explicaciones e interpretaciones de las situaciones, hechas por otras personas, instituciones, grupos y sobre las cuales se habla. El desafío de los medios es tomar en cuenta el contexto estructural de la sociedad, la influencia de la ideología dominante y una serie de determinaciones y variables que tiene que ver con la creación colectiva del conocimiento. De esta forma, las ilusiones de verdad, objetividad y neutralidad en el ejercicio investigativo de la comunicación pueden ser soslayadas no de manera completa, pero al menos se puede aportar mayor flexibilidad en la construcción de modelos o sistemas de comprensión, a partir de los cuales las comunidades aprendan a usar su propia experiencia como una base sólida para examinar críticamente diversos enfoques y al mismo tiempo, participar de la re – formulación de nuevos contextos, que luego permitan trascender los limites estrechos de nuestra propia experiencia privada y social.
Con Kuhn, (1971) autor del libro “estructura de las revoluciones científicas” se instala la perspectiva de sistema para enunciar esta posibilidad en las ciencias sociales. La idea de que es posible hablar de conocimiento, tal como si habláramos de red. Cuando aludimos al concepto de sistema, decimos que es un todo compuesto por partes, cuya suma excede lo que consideramos un todo. Siguiendo esta línea, el autor elabora un modelo de interpretación acerca de la producción de ciencia como sistema que vive o “sufre” de constantes reorganizaciones sucesivas en torno al fenómeno u objeto de estudio.
Desde aquí, es posible visualizar los elementos del cambio social, ya que cuando la velocidad de emergencia de las anomalías aumenta, con relación a una teoría acumulada, se produce un vacío que decreta la incapacidad del paradigma para dar explicación a la totalidad de los hechos enunciados como problemas.
En Kuhn, ciencia y paradigma (concepto acuñado por el autor) subyacen bajo la idea de utilitarismo, ya que esta argumentación permite a una comunidad científica, explicar una gran cantidad de interrogantes en función de la utilidad y de su paradigma dominante, porque existe una relación directa entre la manera de definir un problema, la metodología que se usa para estudiarlo, las teorías y modelos que se desarrollan en torno a él, y finalmente, las políticas que se formulan en base de dichas teorías y modelos para la acción social concreta.
Si observamos desde la perspectiva de la acción social, al igual que en la ciencia; existiría una mantención de las normas y un manejo de las tensiones derivadas de la emergencia de nuevas teorías, de manera de preservar lo paradigmático, es decir, una alusión directa a los procesos que tienden a la permanencia del equilibrio en el sistema. Acá, y desde el matiz de lo social, se concentra el núcleo de ideas que hacen que la acción se oriente a la mantención de los modelos de pensamiento en lo político, económico, religioso, sexual, etc. El paradigma entendido con relación de estos subsistemas interdependientes, no exentos de crisis internas, y volcados a asegurar la persistencia del mundo tal y “como lo conocemos”.
En Chile el paradigma del control social de los medios y de la hegemonía cultural se fractura cada día un poco más, aún se mantiene eso sí, con el libreto de los políticos y sus conferencias uniformada, en base a criterios de verdad absoluta, dictados por parte del poder. No obstante, no hay respuestas a las preguntan y las instituciones no recogen los cuestionamientos que surgen en el seno de la sociedad civil.
Si la pregunta fuera por la posibilidad de la coexistencia de paradigmas. Afirmamos la necesidad de la coexistencia y su profundización para entender e interpretar los hechos y los significados profundos como opciones viables para el futuro. Es menester crear conocimientos nuevos, adecuados al mundo en cambio. Nueva Constitución
POR ROBERTO MALLEA AYALA, PSICÓLOGO.
DIRECTOR EJECUTIVO ONG RUEDA ANDINA.
Santiago de Chile, 31 de marzo 2016
Crónica Digital