La inminencia de la visita oficial del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a la República de Cuba, sin duda una evidencia señera en la normalización de las relaciones diplomática entre ambos países, tras medio siglo de ruptura, ha desatado las iras de ciertos sectores recalcitrantes de la Derecha de Estados Unidos y de sus portavoces en Chile.
No faltan editorialistas mercuriales y analistas que responden a los intereses y orientaciones de quienes se sienten “traicionados” en sus afanes de castigar la osadía cubana de abrir esta nueva etapa en su política internacional, manteniendo su soberanía, su derecho a la independencia, la dignidad de su pueblo y la autodeterminación.
Pero nos faltaba el aporte local de la derecha chilena, de los pinochetistas, a la creación de ambiente negativo a la visita de Obama a Cuba, o, para decirlo de manera franca, del montaje de una grosera provocación de carácter internacional que desviara la atención de lo sustancial de un hecho sin duda histórico para ambos países, para el continente y el escenario internacional.
Y de paso generar un conflicto internacional en las relaciones de Cuba y Chile, una crisis en el interior de la Nueva Mayoría, y en el gobierno con la consiguiente escandalera mediática.
La cosa es que, según lo refiere en un artículo de opinión “El Mercurio”, el destacado personero de la Unión Democrática Independiente, UDI, Cristián Larroulet Vignau, viajó a Cuba, dice él que para “unos días de turismo familiar”, ya que es un entusiasta ”de su gente y de su arquitectura”, y para apreciar en La Habana “la música cubana y la ciudad, ese museo histórico único en el mundo por 57 años”.
Simplemente emocionante, si los lectores fueran ingenuos.
Bueno, enseguida viene el discurso del director del Instituto Libertad y Desarrollo, el centro propagandístico ideológico y político de la Derecha pinochetista y neoliberal chilena, despotricando contra la economía cubana, la salud, la educación, y cómo no, “la supresión de las libertades más fundamentales”, desmintiendo las cifras objetivas y la valoración de Cepal y otras instituciones internacionales.
Claro, este viaje de “turismo familiar”, y lo confiesa muy suelto de cuerpo tenía en realidad otro objetivo.
El Sr. Larroulet lo dice:” visitamos y conversamos con los amigos y con el cubano de a pie”. Estuvimos en Pinar del R{io, con Dagoberto Valdez e integrantes del Centro de Estudios “Convivencia”. También en “14ymedio”, el diario electrónico fundado por Yoani Sánchez, almorzando con su equipo de redacción”.
“Viaje de turismo familiar”, reuniones con “amigos y el cubano de a pié”, en vísperas – por simple casualidad- con el viaje de Obama a Cuba, y cuando la prensa derechista internacional, busca sabotear el nuevo estado de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
Lógicamente un viajero tiene el perfecto derecho a conversar con quien quiere en su destino turístico, interesarse en el paisaje, el país, su vida cultural y política y social.
Incluso, vamos a ser generosos, propiciar vínculos, ofrecer asesoría, apoyo académico, a sus “amigos”, o el “cubano de a pie”, para un Instituto de Libertad y Desarrollo, versión caribeña.
Pero el Sr Larroulet no es un simple turista, ni el destino de su viaje lo eligió por casualidad, o por el “entusiasmo” por su gente, por este “maravilloso país y a sus ciudadanos cultos, alegres y acogedores”, como lo señala.
La pregunta es ¿qué buscaba en realidad en Cuba?, porque el viaje, sus entrevistas políticas sin duda, tienen todo el sentido de una provocación. ¿Buscaba una detención, generar un conflicto, un escándalo, y convertirse en mártir, un héroe, un combatiente por la democracia?.
Lo que sucede es que los antecedentes políticos del Sr. Larroulet constatan que su pasado es más que oscuro y nada confirman alguna cercanía con la democracia y los Derechos Humanos: Es lo que se puede decir, un hijo de Pinochet, y ahora quizás un viudo.
Fue designado manu militari presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile, en 1974, fue líder del Frente Juvenil de Unidad Nacional, el partido fundado por Jaime Guzmán, como parte de una operación de inteligencia de la siniestra DINA, la criminal policía secreta de Pinochet, fue funcionario de la Oficina de Planificación, ODEPLAN, de la dictadura, y fue uno de los organizadores del acto del cerro Chacarillas, en julio de 1977 y uno de los 77 condecorados por el dictador en una fanfarria con antorchas encendidas propias de los tiempos hitlerianos.
Fue asesor en el ministerio de Hacienda de la dictadura, a las órdenes del Hernán Buchi, de quién fue Jefe de Gabinete, y luego su propagandista electoral, así como de Joaquín Lavín y Sebastián Piñera.
¡Es decir puros buenos antecedentes de sus convicciones y conductas democráticas!
La guinda de la torta del viaje “de turismo familiar”, de Larroulet Vignau, y a la que dedica la mayor parte del relato – con elucubraciones diversas, suposiciones y supuestos temores, buscando crear una cierta tensión dramática – es la citación que recibe del Ministerio del Interior cubano.
Buscando dramatizar más el relato se hace acompañar por el embajador de Chile en La Habana, Gonzalo Mendoza, a quién hace partícipe del episodio, que tiene finalmente un “final feliz”
“Un oficial, muy respetuosamente, me señaló que había violado la ley al reunirse con ‘contrarevolucionarios’”, pero Larroulet concluye que ”finalmente, pudimos continuar en Cuba, pero ahora muy conscientes de estar bajo vigilancia y amenazados de no reunirnos más con amigos ”.
Recordemos lo que sucedía con los corresponsales y políticos extranjeros que llegaban al país, durante la dictadura de Pinochet, a la que Larroulet apoyaba con entusiasmo.
En fin, la provocación fue desactivada.
Larroulet no es el mártir de la democracia, y tuvo que escribir el artículo de marras, para justificar sus “días de turismo familiar”, que encubrían una burda operación de inteligencia en las que se entrenó seguramente en sus años mozos de militante del “pinochetismo”, en el Frente Juvenil de Unidad Nacional.
Por Marcel Garcés Muñoz
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 8 de marzo 2016
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