Los bajos ingresos, la justificación del orden social basado en la meritocracia y la sobrevaloración de la educación superior como diferenciador social, son algunos de los resultados de investigaciones sobre cómo los chilenos percibimos la sociedad
- El equipo que el año 2009 aplicó la Encuesta Nacional de Estratificación Social trabajará desde este año en un nuevo sondeo, esta vez para conocer más sobre cómo percibimos la desigualdad y diferencias entre los integrantes de la sociedad.
“El sueldo mínimo debería ser transformado en un sueldo ético”, señaló el año 2007 monseñor Alejandro Goic, desatando un intenso debate sobre los parámetros que tenía Chile sobre los recursos mínimos de sobrevivencia. Para ese año, el monto no superaba los 150 mil, mientras que Goic proponía convertirlo a 250 mil pesos, que sólo se ha alcanzado hoy, ocho años después.
Chile, que se incorporó a la OCDE el 2009, experimentó una reducción drástica de la pobreza, desde el 50 a entre el 15 a 20 por ciento en lde la población, cambio acompañado de una expansión de clases medias y por una polarización entre los extremos de la pirámide social donde la brecha entre los sueldos más altos y bajos es de 36 veces.
Fue sobre ese escenario que un grupo de académicos, entre ellos la profesora de la Facultad de Ciencias Sociales e investigadora del Centro de Estudios de Conflictos y Cohesión Social (COES), Emmanuelle Barozet, aplicó el 2009 la Encuesta Nacional de Estratificación Social; investigaciones que ampliaron su mirada tras los movimientos sociales del 2011 y que hicieron que el equipo se interesara en abordar una nueva perspectiva, interrogándose respecto a por qué “varios de los elementos que nosotros vemos que jerarquizan en la sociedad chilena no eran objeto de crítica”, tema que abordaron en un nuevo trabajo denominado “Juicios sobre las desigualdades en las clases medias: para una sociología de la crítica en Chile”, aplicado entre el 2013 y el 2015.
En esta oportunidad, los académicos aplicaron una metodología especial para conocer por qué las personas justifican algunas desigualdades y critican otras, las formas en que perciben la sociedad y las diferencias entre sus integrantes, así como sus apreciaciones sobre las desigualdades, desde su visión de la justicia social. Como cuenta Oscar Mac Clure, investigador de la Universidad de Los Lagos e integrante de esta iniciativa, este trabajo se hizo “a través de una metodología basada en juegos” -corriente que deviene del Premio Nobel de Economía, John Forbes Nash- “a partir de la cual conocimos cosas que no aparecen normalmente en las típicas encuestas”.
La naturalización de las desigualdades
Se presume, como indica la profesora Barozet, que una de las cosas fundamentales de las sociedades “es que se acuerden reglas sobre lo mínimo que debe tener cada uno y sobre cómo repartimos el resto. Pero eso en el caso de Chile casi no existe”. Lo complejo, añade, es que nuestro país esto se constituye en “una justificación del orden moral y jerárquico que tienen las personas, que es muy difícil de cambiar”.
Para Barozet el tema de la inequidad no emerge como un gran conflicto sino hasta el 2015 “cuando aparece el tema de la corrupción. Antes, por más que hubieran tantas movilizaciones, eso no era problema”. “Es interesante ver” -prosigue- “que nadie tiene un discurso sobre lo que es justo como mínimo, pero sí hay un discurso muy claro sobre justicia procedimental, particularmente sobre el trato”, dice la académica refiriéndose a cómo las personas encuestadas en el proyecto del 2013 expresaron su visión negativa ante situaciones de maltrato laboral y cotidiano, no así ante las diferencias salariales que existen en el país. Otro aspecto que no genera conflicto, según recogieron del trabajo de encuesta -aplicado en Santiago, Concepción y Chillán-, es que “si el rico es rico siguiendo las reglas del juego, no es problema. Si el rico se enriqueció siendo deshonesto, es problema”.
Sobre este punto, el investigador de la Universidad de Chile e integrante de este proyecto, Cristóbal Moya, plantea que la justificación del orden en las sociedades está relacionada con factores estructurales y otros de carácter subjetivo. Sobre el caso de nuestro país, uno de los elementos que marca esta configuración es en su opinión “el asentamiento de un modelo neoliberal desde mediados de los 70 que tiene un correlato a nivel subjetivo y a nivel de las estructuras de justicia que la gente tiene, en particular; de individualismos que se van asentando y que hacen que se instalen ciertas lógicas como la de la meritocracia”.
Esto último también fue evidenciado en la investigación donde “la gente percibe esta sociedad en términos generales como una sociedad de oportunidades”, como señala Barozet, lo que se relaciona con el dato de la última encuesta CEP donde casi la mitad de la población “dice que si hay gente pobre es porque es floja. Es decir, no hay ningún discurso sobre que la pobreza es un fenómeno estructural, que uno no elige ser pobre y que si nace en la pobreza, lo más probable es que se siga reproduciendo porque está asociada a carencias cognitivas, afectivas y de todo tipo”.
Otro elemento que arrojó la encuesta realizada el 2013 es la hipervaloración que tenemos los chilenos sobre la educación superior, hecho que quedó evidenciado como gran marca diferenciadora expresada ya en los consultados en la encuesta del 2009.
“Ese imaginario de que la educación superior lo es todo”, analiza la profesora Barozet, “no tiene relación con una estructura productiva del país que sigue requiriendo de mano de obra poco calificada y que está en empleos precarios y muchas veces en empleos temporales. Es una masa que es poco probable que tenga sindicatos y reclame, entonces esa obsesión con la educación superior es incongruente cuando el grueso de los problemas que tienen los chilenos son malos sueldos, mala protección laboral, mala protección social en términos generales, y muy poca capacidad de negociación respecto de sus condiciones laborales”.
El desconocimiento territorial y socioeconómico fue otro de los indicadores arrojados por esta investigación. Esto porque las personas saben poco de la elite. “Es un fenómeno interesante pensar que no vivimos en una sociedad, a pesar de que dicen que vivimos en la sociedad chilena, sino que vivimos en varias sociedades, pues existe una híper segmentación que hace que puedas estar en un círculo y no tener necesidad de moverte de ahí”, y por ende, desconocer la realidad de otros sectores, finaliza la profesora Barozet.
Ahora el equipo de investigación dará un nuevo paso en esta materia con la realización de una nueva encuesta desarrollada a partir del Fondecyt regular nº1150808 “Desigualdades sociales en Chile: ¿qué influye en lo considerado justo o injusto?” (2015-2018), proyecto encabezado por el profesor Mac Clure.
Por Francisca Javiera Palma
Santiago de Chile, 22 de enero 2016
Crónica Digital / UCHILE.CL