La última “perla” de los contrapunteos en la política de Chile fue el extendido paro del Registro Civil, que a todas luces se alineó en la estrategia solapada del golpe de estado blando contra Michelle Bachelet.
Fue un año tenebroso para la administración de Bachelet en muchos sentidos. Pero la mandataria, lejos de rendirse, plantó bandera y trató de sortear toda una andanada de críticas y ataques contra su gestión.
La resistencia y rechazo de la derecha (principalmente la Unión Demócrata Independiente-UDI y Renovación Nacional-RN) a la labor del Palacio de La Moneda, sobrepasó los límites de la ética en la política.
Bachelet también admitió su responsabilidad en algunos asuntos de los cuales no tenía control absoluto. Primero la salida intempestiva de su hijo Sebastián Dávalos de su labor cultural en el Gobierno.
Conflicto de intereses y probablemente tráfico de influencias son los asuntos que motivaron la dimisión de Dávalos, un hecho que no desaprovecharon la UDI y RN. Pero el entramado apuntó mucho más allá. Un detalle, al margen de los casos en la superestructura, se focalizó en acciones de descontento de los trabajadores.
La situación del Registro Civil llenó la copa de las huelgas y manifestaciones en el país austral. Muchas, sin dudas, con justas demandas y ante frustraciones por las promesas incumplidas a lo largo de los años.
El paro duró casi 40 días y provocó un malestar generalizado en la población y los extranjeros residentes en Chile. Más de 2,5 millones de trámites quedaron pendientes, además de la imposibilidad de atención a unos 200 mil chilenos y foráneos.
Aunque las cifras varían según antigüedad y funciones, los empleados del Registro Civil tienen salarios promedio de unos mil 300 dólares mensuales, muchos estimulados con bonos.
Curiosamente la líder del gremio, Nelly Díaz, integra las filas de Renovación Nacional; además, se le identifica como muy cercana al ex presidente Sebastián Piñera.
Los expedientes Penta y SQM, que gravitan contra políticos de la derecha por corrupción y sobornos, trató de ser neutralizado por la Alianza (UDI y RN), a propósito de ciertas cuitas que salieron a relucir contra miembros de la Nueva Mayoría.
Así, Bachelet debió deshacerse de su segundo al mando, el ministro del Interior y vicepresidente Enrique Peñailillo, uno de los pilares del Gobierno de coalición de la Nueva Mayoría, sustituido por el moderado Jorge Burgos.
Ante este panorama, la jefa de Estado decidió establecer como prioridad de su Gobierno la Agenda de Transparencia y Probidad para poner fin a los espacios que permiten la corrupción, sobornos y conflictos de intereses en la política.
Para tales efectos, convocó a un reputado grupo de expertos y analistas chilenos para integrar el Consejo Asesor Presidencial, encabezado por Eduardo Engels, quien luego de intensos días de labor, presentó a Bachelet un paquete de medidas.
A los avatares de la política, la dignataria apenas pudo disfrutar del triunfo de Chile en la Copa América de Fútbol, en un año particularmente adverso con la naturaleza. Dos volcanes en erupciones temporales, un terremoto, tsunami y aluviones.
Numerosas víctimas, una seguidilla de réplicas de movimientos telúricos hasta nuestros días, la lenta recuperación de los damnificados y la obligación del Ejecutivo de destinar recursos para devolver la normalidad a la nación sudamericana.
ECONOMÍA Y EXTERIOR
La crisis económica es un fenómeno que azota al mundo de distintas maneras. Los expertos hablan de una desaceleración en marcha desde mediados de 2013 y Michelle Bachelet asumió la presidencia de la República en marzo de 2014.
Pero entre la aplicación de un ambicioso programa de reformas estructurales y la baja del precio del cobre en el mercado internacional, colocó contra las cuerdas a Chile, un país, que sin embargo, demuestra tener una economía sólida.
Cambiar el sistema educacional (afrontando una larga huelga de profesores), electoral; transformar el aparato tributario y legalizar el aborto terapéutico para tres causales, han sido tareas titánicas para la mandataria.
Igualmente, trabajar para cambiar la Constitución, además de eliminar todos los reductos de la junta militar pinochetista, y poner fin al silencio y la impunidad de las trasgresiones de los derechos humanos.
Los más poderosos empresarios chilenos saltan al menor intento de cambio de la actual administración. El país austral tiene 33 grupos económicos registrados con patrimonios e ingresos que superan el PIB de dos tercios del tercer mundo.
Chile tiene una alta dependencia del cobre y la ralentización relativa de la economía de China, principal importador del mineral rojizo, permitió una devaluación sostenida del peso en relación con un dólar fortalecido.
De todas formas, se dieron noticias alentadoras, como la perspectiva de cerrar 2015 con la visita de cuatro millones de turistas extranjeros, cifra récord para la naciente industria sin humo local.
Uno de los productos emblema, el vino, transitó en aguas turbulentas a partir de la baja en la economía internacional, aunque pudo conservar su puesto entre los cinco mayores productores y exportadores del orbe.
Junto con la minería, el turismo y el vino, Chile tiene entre sus rubros exportadores al litio, yodo, celulosa, frutas frescas (cerezas, arándanos, uvas, manzanas, fresas); salmón, truchas y mariscos.
Por otra parte, la gobernante tuvo una intensa agenda exterior, con varias visitas a Europa occidental, Asia y Latinoamérica, al tiempo que mantuvo el impulso a las relaciones internacionales con países estratégicos.
Chile es parte del TPP, el tratado transpacífico de cooperación económica por aprobarse del cual forman parte 12 naciones; de la Alianza del Pacífico, Mercosur, OCDE, Celac y APEC, además de poseer Acuerdos de Libre Comercio con 60 países.
Con China tiene vínculos especiales, reforzados con la visita este año del primer ministro Li Keqiang.
Por Fausto Triana. Corresponsal de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 25 de noviembre 2015
Crónica Digital / PL