Para Hunein Nemer, secretario general del Partido Comunista Unido de Siria (PCUS), su consigna más importante es mantener las armas en una mano y la solución política en la otra, para defender a su patria y librarla del terrorismo.
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Aprovechando que por estos días se celebra en esta capital el XII Congreso del PCUS, Prensa Latina conversó con Nemer acerca de la situación que se vive en el Levante, y cómo los comunistas sirios se integran a la batalla para aniquilar al terrorismo.
“La postura de nuestro Partido al respecto -explica-, y su principal prioridad es defender a Siria y librarla del terrorismo, pero también apoyamos todos los esfuerzos políticos que desempeñan Irán y Rusia para resolver la crisis”.
“Actualmente somos parte del gobierno, y el partido gobernante (al-Baath Árabe Socialista) apoya esa tendencia: defender primero a la Patria y después buscar una solución a la crisis”.
Nemer está confiado que después de más de cuatro años de guerra, el pueblo sirio no abandonará las armas hasta aniquilar el último vestigio del extremismo takfirista impuesto por los grandes círculos de poder de Occidente.
“Esa es la estrategia de nuestro partido en la actual fase, y después que consigamos librarnos del terrorismo, quedan muchas batallas internas por enfrentar”, subraya.
El líder comunista explicó que los costos económicos y sociales de esta guerra de agresión son demasiado elevados, las pérdidas de la economía siria se estiman en unos 230 mil millones de dólares, hay alrededor de cuatro millones de refugiados en otras naciones, “y queremos devolverlos al país y garantizarles viviendas”.
“Tenemos que recuperar más de mil 200 fábricas e industrias que fueron destruidas por completo y algunas que fueron trasladadas desde Alepo a Turquía, robadas por los turcos. Tendremos que recuperarlas o construir otras”, enfatiza.
“Descubrimos que dentro del pueblo sirio -comenta-, sembraron el extremismo religioso y eso impulsó a una parte de la juventud a incorporarse a los grupos terroristas, y nos tocará en el futuro rehabilitarlos ideológicamente”.
Otro de los renglones más sensibles son los hospitales, muchos de ellos devastados y destruidos, además de la agricultura y su infraestructura que están seriamente afectadas, y alrededor de medio millón de niños sirios que no pueden acudir a las escuelas porque fueron destruidas, o porque los terroristas lo impiden.
“Estamos planteando la idea de reconstruir el país -nos dice- cuando termine esta guerra, y a pesar de ella, el Estado sirio sigue fuerte y firme, pese a todo lo que sucede”.
“Todos tendremos una alta responsabilidad en la reconstrucción y tendremos que buscar financiamiento y apoyo con los amigos de Siria, entre los que contaremos con Irán y Rusia.
¿POR QUÉ AGREDIR A SIRIA?
El secretario general del Partido Comunista Unido explica que desde la fundación del sistema de gobierno en Siria hace 40 años, se lucha contra la hegemonía internacional y el imperialismo.
“Después de la invasión militar de Estados Unidos a Iraq, en 2003, aquí vino el exsecretario de Estado norteamericano, Collin Powell y le dijo al presidente Bashar al-Assad que ya los estadounidenses “eran sus vecinos”, y amenazó descaradamente al gobierno sirio, exigiendo cumpliera un grupo de demandas de Washington”.
“Entre esas demandas -añade- estaban dejar de apoyar a la resistencia en Iraq, frenar el apoyo a la causa palestina, cortar las relaciones con las fuerzas nacionalistas en El Líbano, y “pidió” que Siria debía apoyar los planteamientos de Washington en todos los foros internacionales”.
También exigió que se eliminara el sector público e insertarse en una economía de mercado libre, que el gobierno de Siria no interfiriera en el mercado internacional del trigo y que se privatizaran los sistemas de distribución de electricidad, agua y comunicaciones”.
“Estas demandas de Estados Unidos constituían una injerencia flagrante en los asuntos internos sirios y era obvio que Siria las rechazara, por eso Washington nunca ha tolerado a este gobierno por negarse a cumplir sus órdenes”, aseguró Nemer.
El veterano comunista asegura que desde mediados de la década de 1950, la Casa Blanca empezó a fraguar complots, hacer planes, firmar contratos secretos con gobiernos que siguieran sus pautas, y Siria fue el único país de la región que rechazó esos pactos.
“Desde entonces comenzaron a conspirar contra Siria, por ser el único país que se convirtió en un obstáculo contra la expansión norteamericana en el Medio Oriente. Sería demasiado largo contabilizar los tantos planes fabricados por Estados Unidos contra nuestro pueblo”, enfatiza.
“El plan norteamericano para Siria era dividirla en cuatro países, justificándolo en factores de tipo étnico y religioso, y quedaría un Estado gobernado por chiítas, otro por sunnitas, uno por los kurdos y otro por los alawitas y así fragmentarían y debilitarían nuestro territorio”.
“En este momento -subraya-, Estados Unidos se convenció de su fracaso para derrocar al gobierno sirio y Rusia asumió una postura muy fuerte a nuestro lado, e intervino de forma política y militar, de una manera que Washington no puede ignorar el rol de los rusos en este conflicto”.
“Por eso no abandonaremos las armas -insiste-, aunque apoyemos las opciones pacíficas, pero garantizando siempre nuestra independencia y soberanía nacional”.
Por Miguel Fernández Martínez
Damasco, 30 de octubre 2015
Crónica Digital / PL