Por Marcel Garcés: LO QUE SE PONE EN JUEGO EN CÓNCLAVE OFICIALISTA

El esperado Cónclave oficialista- la presidenta Michelle Bachelet, sus ministros, los líderes de los partidos de la Nueva Mayoría y sus parlamentarios- plantea ante el país una serie de desafíos, incógnitas e incertidumbres.
 
Por cierto y en primer lugar, el dilema es para la coalición gobernante y su programa de gobierno, para el futuro político del país, su institucionalidad, y para el sentido real de los fundamentos del régimen democrático.
 
Lo que se pondrá en juego este lunes 3 de agosto en el espacio del estadio El Llano, es el porvenir del programa, es decir, del sentido y carácter político del gobierno, del cumplimiento de su necesidad histórica, de la razón de su existencia como coalición política y social, y de la perspectiva de construcción de una alternativa política, social y económica para el siglo 21.
 
Según parecería, el futuro del país estaría dependiente, una vez más de una deliberación cupular, de una elíte bien intencionada, que proclama ser representante de los intereses de los ciudadanos, y ejecutores de una misión liberadora desde el “progresismo”, “la izquierda”, o la “centro-izquierda”, pero que actúa, en los hechos, iluminada, desde una concepción y práctica oligárquica.
 
Hay que decir que no se ha producido el mínimo atisbo de buscar la participación ciudadana en una coyuntura que parece crucial, en que se busca por lo menos, replantear el camino de las reformas.
 
Tampoco se ha conocido en los círculos de los ocurrentes del “segundo piso” de La Moneda, en los “creativos” de los partidos de la Nueva Mayoría, la idea de hacer una consulta por ejemplo por los medios que nos da la modernidad -encuestas, internet y otras tecnologías de la información, y aunque sea en los círculos partidarios, los líderes sociales, sobre las “prioridades”, el “realismo”, la participación “incidente” de los  ciudadanos en el proceso constitucional.
 
No sea cosa que estemos entendiendo otros significados en estos conceptos. O no estemos hablando el mismo idioma.
 
Los ciudadanos no han sido considerados, si se parte del hecho histórico político, que votaron y eligieron un gobierno, un liderazgo gubernamental, una coalición legislativa y sobre todo un programa de gobierno muy claro y definido.
 
Objetivamente ellos no han sido tenidos en cuenta en el proceso que condujo a un conclave, en el cual -según se evidencia- está en juego precisamente el programa, el cronograma de su puesta en marcha y aplicación.
 
Lo evidente es que la Derecha- y no solo hablamos de la Alianza por Chile, de los empresarios y los poderes fácticos- busca ralentizar y sobre todo relativizar y frustrar las reformas prometidas, a los ciudadanos, que apoyaron con entusiasmo y esperanza las tesis del “nuevo ciclo”, porque coincidían con sus demandas y necesidades históricas.
 
Y si alguien quiere convencernos de que el Cónclave es un problema solo de “las certezas” que debe entregar la Presidenta Michelle Bachelet, o de las promesas de lealtades y unidad al interior de la Nueva Mayoría, sus  partidos, tendencias, sensibilidades, sus intereses electorales o sus prejuicios internos o derechamente sus sectarismos y odiosidades, está muy equivocado.
 
No se está leyendo la realidad de un país en confrontación política, ideológica y social.
 
La ofensiva de la derecha política y económica no ha dado cuartel apenas se instaló la candidatura de Bachelet, se estructuró la Nueva Mayoría y luego cuando se anunciaron las reformas tributaria, educacional, laboral, políticas y constitucional y otras medidas reformistas.
 
No solo se rechazó a la coalición triunfante y sus aspiraciones de hacer historia con sus reformas, sino que, incluso desde su interior, vamos a ser claros, se buscó sabotear la unidad democrática conseguida, poniendo reparos, reviviendo sectarismos y prejuicios propios de la “Guerra Sucia” que precedió al Golpe de Estado de septiembre de 1973.
 
En vísperas del Cónclave y en medio de intrigas, acciones divisionistas, anuncios catastrofistas, amenazas de división, chantajes al Gobierno, presiones y deslealtades varias, algunos de la Nueva Mayoría han recibido los aplausos de la gradería opositora.
 
No digamos que los buscan, pero la coincidencia de posiciones e intereses, a veces confunden, pero sobre todo, preocupan. Porque lo principal y claro es la determinación de la Derecha económica y política de hacer fracasar al gobierno de Bachelet y frustrar su programa de reformas.
 
Los empresarios que se entrevistaron el 28 de julio, con el ministro del Interior, Jorge Burgos, a quien han considerado públicamente un interlocutor válido y favorable a sus planteamientos consideran el Cónclave de este lunes 3 de agosto, una oportunidad para que sus demandas sean acogidas, Esto es, “ajustes “ a la reforma laboral, “simplificar” la reforma tributaria, insistiendo en el carácter “ideológico” de las reformas, y exigiendo “acuerdos”, e incluso hablan de “un acuerdo político nacional”.
 
El Estado Mayor de esta ofensiva patronal presente en la cita, el Comité Laboral Pro Empresa, y los grandes conglomerados empresariales, fue representada por la Sofofa, Sociedad de Fomento Fabril, presidida por el vociferante, Hermann von Mühlenbrock, la Asech, Asoociación de Emprendedores en Chile, organización de masas de la UDI, encabezada por Juan Pablo Sweet, la CNC, Cámara  Nacional de Comercio, con Ricardo Mewes a la cabeza y la CPC, Confederación de la Producción y del Comercio, representada por su gerente general, Fernando Alvear.
 
Pero no todo es ni serán buenas maneras. Y no hay que ser ingenuos. El bloqueo económico se une a la guerra psicológica y no pocas veces hemos visto la beligerancia y odiosidad en contra incluso de la persona de la Presidenta de la República, solo quizás comparada con la “guerra sucia” de los años 70 contra el gobierno del presidente Salvador Allende.
 
En este sentido el Cónclave será en lo fundamental, una nueva etapa en una confrontación política en marcha. Y es de esperar que sus conclusiones sean para avanzar, para cerrar filas y tomar nuevo impulso.
Por Marcel Garcés
Crónica Digital, 1 de Agosto 2015

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