El experto en filosofía política y académico del Departamento de Filosofía de la Universidad de Santiago, Dr. Hernán Neira, planteó que en la actualidad, tanto el marxismo como el liberalismo comparten la matriz progresista, donde finalmente se priorizan los intereses económicos por sobre los biológicos; porque ambas, con o sin propiedad privada, compiten por incrementar el consumo y el uso ilimitado de la naturaleza. Por lo anterior, la crisis medioambiental es el mayor problema social y nuestra sociedad debe tomar conciencia de ello.
Para replantear el problema medioambiental que vivimos, frente a las habituales pre y emergencias por contaminación que están afectando a gran parte de nuestras ciudades, el experto en Filosofía Política y académico del Departamento de Filosofía de la Universidad de Santiago, Dr. Hernán Neira, entregó un punto de vista orientado a la ética y biopolítica, sobreponiendo la salud de las personas y el hábitat frente a cualquier otra circunstancia.
El experto señaló que desde la década del 60 del siglo XX, la declaración del ‘Club de Roma’, donde un grupo de científicos plantea que el crecimiento indefinido es dañino para la humanidad y para el planeta, ya nadie puede ignorar la alerta, que es válida tanto para los marxistas como para los liberales.
Luego, el Dr. en Filosofía explicó que “el marxismo y el liberalismo comparten la idea del progresismo, pensando que con el incremento del dominio del ser humano sobre la naturaleza se van a resolver todos los problemas sociales. Y ese es el problema porque, finalmente, se subordinan los intereses biológicos a los intereses económicos, con o sin propiedad privada, compiten por incrementar el consumo y distribuirlo, sobre el pretexto de la dominación ilimitada de la naturaleza se instalan muchas decisiones políticas”.
Además, planteó que “el crecimiento económico tiene que estar supeditado al cuidado ambiental y no a la inversa como pasa ahora. Por lo mismo, hay que hacer una inflexión o un cambio de estilo de vida, para salir de la situación en que estamos. Incluso lo planteó la Iglesia Católica con la última Encíclica titulada “Sobre el cuidado de la casa común”, de mayo de este año, donde pide acabar con esta pretensión de que el ser humano puede controlar todo. Y no solamente porque eso se vuelve en contra de la misma especie, sino que todos los problemas ambientales son sociales”.
“Nosotros heredamos de la Ilustración el pretender que el progreso es nuestro destino y que es lo mejor, pero hay muchos antecedentes filosóficos que demuestran que eso no es así. Que el llamado progreso es una opción de unos determinados países que trataron de imponerlo. Es necesario abandonar la idea que el mayor consumo es mejor; es necesario abordar las relaciones con el entorno, no por una pretensión de dominio, sino por responsabilidad. Hoy, la suma de acciones individuales, por pequeñas que sean, tienen efecto globales en la tierra”, agregó.
Por lo anterior, subrayó que “el mayor desafío político debe ir orientado a preservar lo que hace posible la vida. Un gobierno tiene una estimación de cuánta gente muere por contaminación. Por lo tanto, esa es una decisión política el determinar cuántas personas se pueden salvar. Entonces, si nosotros modificamos los estándares ambientales a unos más elevados, se puede reducir la mortalidad por este concepto”.
Chile
Por otra parte, reveló que “en Chile no podemos llegar a las tasas de contaminación que tuvieron o tienen en los países industrializados para recién empezar a tomar medidas más drásticas, porque, a diferencia de lo que aconteció con ellos, que hace unas décadas no contaban con la información, hoy sí se sabe que es un camino errado. Por ello, la exigencia ética es distinta que la de antes. La responsabilidad de tomar conciencia es absolutamente nuestra”.
“Los partidos políticos no están viendo estas situaciones que hoy son problemas de fondo. Hay un tema global de la clase política que se ha quedado atrás de los conflictos que hoy requieren solución”, añadió.
“La restricción vehicular está muy bien, pero un ejemplo de la mala política es la mina de cobre Los Bronces, que es de tajo abierto y la cantidad de polvo que generan es enorme. Los camiones que transitan por ahí no tienen restricción vehicular. Ese polvo se va a los glaciares y allí están las fuentes de agua que van a parar a Santiago. Sin glaciares, habrá déficit de este vital elemento, debido a que la contaminación de las mineras caen en dichos glaciares provocando que estos se derritan. Entonces, el tema es infinitamente más grave de lo que está pasando”, explicó el Dr. Neira.
Por: Tomás Parker
Santiago de Chile, 9 de julio 2015
Crónica Digital