Brasil vive hoy una situación de grave crisis política. Luego de la victoria de Dilma Rousseff, candidata de uma coligación liderada por el Partido de los Trabajadores (PT) em las elecciones presidenciais realizadas el 2014, sectores de la oposición, capitaneados por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), derrotado em las urnas, promueven un movimiento por el impeachment (impedimento, em español) de la presidente, acusada de responsabilidad en actos de corrupción cometidos pop ejecutivos de la Petrobrás, mayor empresa del país y una de las mayores petroleras del mundo. Las acusaciones, ampliamente vehiculadas por los principais diarios, emisoras de radio y televisión del país, controladas por seis famílias de grandes empresarios, están basadas em delaciones – sin pruebas materiales – de ex-funcionarios y directores de la empresa, entre ellos Pedro Barusco, ex-gerente de la corporación que admitió recibir propinas desde 1997, cuando el país era gobernado por Fernando Henrique Cardoso (PSDB).
La oposición consiguió aprobar en el Congreso Nacional – liderado, en el Senado y en la Cámara Federal, por parlamentarios conservadores del PMDB, partido de la base de sustentación de Dilma Rousseff, pero que ensaya una composición con la bancada opositora – una Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI) para investigar actos de corrupción en la empresa entre 2002 y 2014, o sea, el período e los gobiernos petistas, excluyendo de la investigación el período en que el país era gobernado por Cardoso.
El objetivo de la oposición es intentar vincular directamente Dilma y su predecesor, Luís Inácio da Silva (Lula), también del PT, em los actos de corrupción para, a partir de ahí, votar em el Congreso Nacional – el más conservador desde 1964 – el impeachment de la presidente con el apoyo de sectores reacionários del Poder Judicial, em especial los jueces Gilmar Mendes y Rosa Weber, alineados com el PSDB. Para reforzar esa maniobra, la oposición convoca manifestaciones callejeras para este 15 de marzo, ampliamente divulgadas por los medios de comunicación, con el objetivo de llevar miles de personas a las calles, en apoyo al golpe civil – similar al realizado, en años recientes, en Paraguay y en Honduras, que derribaron gobiernos de centroizquierda.
Como respuesta anticipada a esa táctica golpista, las centrales sindicales, entidades estudantiles, de trabajadores sin tierra y sin techo, apoyados por el Partido de los Trabajadores y por el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) convocaron a actos en defensa de la Petrobrás, de la democracia y del mandato de Dilma para el día 13 de marzo, en todas las capitales brasileñas. La polarización es sentida em la sociedad y el clima es de ansiedad, nerviosismo, intolerancia y miedo por los posibles desdoblamientos de la situación política. Recientemente, el Procurador general de la república (similar al cargo del Fiscal Nacional de Chile), Rodrigo Janot, divulgó una lista de nombres de parlamentarios envueltos emen el escándalo de la Petrobrás, que incluye los nombres de Renán Calheiros, líder del Senado, y de Eduardo Cunha, presidente de la Cámara Federal de Diputados, ambos del PMDB, y de decenas de políticos de diversos partidos políticos brasileños, como el PP, PT y PSDB. Dilma Rousseff no fue citada, pero Pedro Barusco acusa – sin pruebas – al tesorero del PT de haber recibido donaciones ilegales em la campaña presidencial de 2010, em uma tentativa de envolver a la presidente em el escándalo.
La situación es inestable y sus desdoblamientos, imprevisibles. El hecho, sin embargo, no es aislado: hay tentativas golpistas en curso también en Argentina y Venezuela, países que, como Brasil, poseen reservas de petróleo y están alineados en entidades de cooperación regional – Unasur, Mercosur, Celac – que excluyen la participación de los Estados Unidos. Brasil también integra los BRICs al lado de Rusia, China, India y Sudáfrica, grupo de naciones emergentes que amenaza la hegemonía norteamericana , apuntando hacia um mundo multipolar- y pasos importantes de acuerdo com esa estratégia es la creación de um banco de los BRICs y la realización de transacciones em monedas locales y no más em dólares. El detonante de la crisis es político y también económico y geoestratégico: Brasil posee inmensas reservas de pre-sal que, por la legislación vigente es explotado con la participación de capital extranjero bajo el régime de división, que garantiza la mayor parte de los lucros para el Estado brasileño, conforme a las reglas contractuales (75% de los royalties del petróleo son destinados a educación y 25% para la salud, según Decreto firmado por Dilma Roussef y aprobado em el Congreso Nacional) . La oposición, liderada por el PSDB, defende la privatización de la Petrobrás y el fin del régimen de división, com el retorno de la concesión de la explotación de nuestras reservas de petróleo para las compañías internacionales – lo que ya fue defendido abiertamente por dos senadores del PSDB, Aloysio Nunes y José Serra, que también manifestaron apoyo a las protestas del día 15 de marzo. Las dos cuestiones – la mobilización por el impeachment y la articulación em el Congreso por el fin del régimen de división y por la privatización de la Petrobrás – están intimamente ligadas. ¿Cuál será el futuro del país? Cualquier previsión realizada hoy será arbitraria y temeraria, pero con certeza la correlación de fuerzas en las calles, en los actos llamados por la oposición y adherentes de Dilma, tendrá fuerte peso en la definición de ese futuro.
Claudio Daniel poeta, doctor en literatura portuguesa por la Universidad de São Paulo (USP), editor de la revista Zunái y columnista de la revista CULT.
Traducido al español por el periodistaTebni Pino.
Sao Paulo, 12 de marzo 2015
Crónica Digital