Siempre ha sido bueno ser el rey, pero un descubrimiento arqueológico anunciado hoy evidencia que miles de años atrás los faraones egipcios ya le habían tomado el gusto a esos privilegios.
El rey Tutmosis II tenía una mansión de veraneo en lo que es hoy la ciudad de Qantara, en la actual gobernación de Ismailia, norte, cerca de donde siglos después sería construido el canal de Suez, anunció el ministro de Antigüedades egipcio, Mamdou al Damaty.
Investigaciones previas demuestran que cuando el calor apretaba y no existían los equipos de aire acondicionado, otro monarca, Seti I, se refugiaba en una propiedad más al norte, donde las temperaturas son menos inclementes y algunas veces hasta llueve.
Ramsés II, cuyo amor por los monumentos funerarios en forma de pirámides es notorio, también se hizo construir su palacete contra la canícula.
De las tres residencias veraniegas, sin embargo, sólo quedan algunos vestigios, otra prueba de cuán efímeras son las glorias de este mundo por muy faraón que uno sea.
El Cairo, 4 de marzo 2015
Crónica Digital / PL