Unos 15 mil extranjeros de 80 países se unieron a las filas del movimiento radical sunita Estado Islámico (EI) en sus acciones bélicas en Iraq y Siria, indica un reporte oficial adelantado hoy por la prensa local.
El problema de los luchadores foráneos toca ahora a estados que nunca antes se vieron afectados o relacionados con agrupaciones extremistas como Al Qaeda, destaca un informe de Naciones Unidas, cuyo texto revela el diario The Guardian. Las cifras registradas desde 2010 superan en varias veces los volúmenes de personas involucradas en acciones violentas en las dos décadas anteriores de conjunto, señala la publicación.
Aunque no se especifican las más de 80 naciones de donde salieron los luchadores radicales, The Guardian menciona a estados como las Islas Maldivas, donde hasta ahora se desconocía alguna relación con el EI, pese a que su población es casi en su totalidad musulmana.
Sin embargo, el informe considera que entre las naciones con más miembros en el movimiento sunita están Francia, Rusia (chechenos) y Reino Unido, cuyas autoridades estiman en unos 500 los nacionales participantes en acciones del EI.
Muchos de los países emisores de los mencionados luchadores enfrentarán el reto en el futuro de las posibles acciones de esas personas al regresar a casa, señala el texto.
El reporte también se refiere a las diferencias con Al Qaeda, más conservadora en su composición y con métodos de propaganda menos avanzados que el EI, el cual emplea el twitter, youtube y otros medios digitales para transmitir sus mensajes.
Además, el movimiento radical sunita se considera controla un millón de dólares diarios por la venta ilegal de petróleo extraído en zonas bajo su control en Iraq y Siria, donde habitan cerca de cinco millones de personas, subraya el documento.
De igual forma, el EI, que en su tiempo recibió, junto a otros grupos armados en Siria, dinero y pertrechos de Occidente, ingresa cerca de 45 millones de dólares anuales por concepto de pago de rescate por los secuestros que realiza, destaca The Guardian.
Londres, 31 de octubre 2014
Crónica Digital / PL