Con el seudónimo “Loa”, Fernando Quilodrán (Curepto, 1936) obtenía en 1972 el Primer Premio del Concurso de Poesía Carlos Pezoa Véliz, organizado por la Empresa Editora Nacional Quimantú, y encabezaba, con ello, la publicación Poesía 72 Quimantú. Siete poemas, agrupados bajo el título Los Materiales, en los que el tiempo ya surgía como uno de sus motivos, iniciaban viaje por las manos del hombre y la mujer del pueblo, otro de sus temas. Autor de novelas, cuentos y poemarios, el tres veces presidente de la Sociedad de Escritores de Chile recurre con frecuencia a la elipsis gramatical que connota más que denota, dando espacio a los significados que manan de lo que se calla.
Con publicaciones espaciadas, Quilodrán no escribe con premura ni por impulso; lo hace “por lamento”, como en Panfleto por María, poema incluido en De Tiempo Antiguo y Lluvia:
Otra vez te nos moriste, María, / y fue de pura muerte. / Más pesaba tu nombre que tu cuerpo. / Más costaron las flores / que el pan que no saciaste. / Más tu envoltorio escueto / que las ropas que contigo murieron. / Y, nunca, tanto ruido: / el lloro, la herramienta, / nuestras pisadas / sobre el grave sendero. / Todos estábamos algo avergonzados: / cada uno sabía que no sabía. / Porque ya habías muerto tantas veces: / de anegamientos y sequías, / de hambres y partos, / de silencio. / Por eso fuimos en hilera / de deudos, flores, / y lloríos. / Por eso nadie habló frente a tu tumba: / ¿qué habrían de decirte? / ¿Qué habrían / de decirte?
Los recuerdos son, en los versos de Quilodrán, materiales contra el olvido; el propio y el de otros, incluso el de aquéllos que debieron buscar hogar fuera del hogar un año después de que el poeta quebrara el tiempo, anticipando una nostalgia:
“A veces, cuando puedo, aunque con un poco de vergüenza, / cierro mi puerta y quedo solo, / oigo antiguas canciones y pienso palabras de otro idioma. / Tal vez lo mismo le esté sucediendo, ahora, a otro viejo inmigrante”.
Por Academia libre
Santiago de Chile, 9 de abril 2104
Crónica Digital