En pocos días se espera que nuestros representantes en el Senado lleven a cabo una importante votación que podría definir un antes y un después en el país en materia alimenticia: la Ley de Obtentores Vegetales.
¿Qué consecuencias tendría para nuestro país?
La fecha exacta de la votación en el Senado aún no ha sido anunciada. La sola posibilidad de que esta ley, tan enérgicamente rechazada, sea ratificada por la Cámara de Senadores, podría resultar en un cambio drástico y definitivo en las raíces culturales de nuestro país. La ley ya fue aprobada en primera instancia por la Cámara de Diputados hacen tres años.
La aprobación de la ley pondría a Chile en una posición de altísimo riesgo debido a que de acuerdo a los tratados internacionales no podría ser revocada. Curiosamente esto es inconstitucional y conlleva la posibilidad de sanciones internacionales masivas por parte de la Organización Mundial del Comercio.
En términos concretos, como consecuencia de esta ley, tanto los alimentos orgánicos como la herencia alimentaria que incluye las semillas nativas y su diversidad desaparecerían irreversiblemente a lo largo del país. Mientras en el escenario mundial de la mayoría de los países civilizados se muestra una clara tendencia a proteger sus semillas nativas y a sus agricultores, además de comercializar estos productos en valores cada vez mayores debido a la creciente demanda, Chile muestra una tendencia completamente opuesta. Los alimentos producidos químicamente tienen un valor menor, disminuyendo y anulando la posibilidad de que Chile participe en el mercado de hasta 50 billones de dólares en los próximos cinco años.
La implementación de leyes similares a estas en países conocidos por su poder, tales como Estados Unidos y Canadá, son responsables directos de la destrucción de negocios agrícolas familiares, de la herencia alimentaria, abriendo una puerta ancha a la hegemonía de la comida industrializada.
Por otra parte, existe una creciente preocupación sobre la centralización de las reservas mundiales de comida y los profundos cambios negativos que esta conlleva. El país se vera enfrentado a una nueva oferta alimentaria a bajo costo y altos riesgos para la salud. El estado de salud de los ciudadanos de los Estados Unidos, por ejemplo, ha sido documentado como uno de los más deteriorados en el mundo industrializado, y la responsabilidad está puesta, según la mayoría de los expertos, en la Dieta Standard Americana (DSA), compuesta exclusivamente por comida industrializada.
Chile definirá su futuro dentro de los próximos días cuando el Congreso vote, ya sea manteniendo su actual estado legal, UPOV78 ofreciendo protección a los agricultores y productores del país y sus semillas nativas, o ratificando la nueva ley, UPOV91, esta vez protegiendo a las corporaciones multinacionales y a empresarios privados , los cuales reproducen y patentan las semillas. Algunos expertos predicen que las consecuencias de la nueva ley para los pequeños agricultores, comunidades indígenas y la biodiversidad chilena serán tan desastrosas como las ocurridas en los Estados Unidos y Canadá.
Algunos países han adoptado una postura contraria a la instauración de la regulación UPOV91 y están de acuerdo en que la vida no puede ser patentada. Sin embargo algunos productores de semillas, como Monsanto, Syngenta, Pioneer, DuPont y Bayer Crop Sciences creen que este tipo de negocio –patentar las provisiones de comida mundial-
ofrece un muy próspero futuro una vez que ellos controlen los alimentos de manera global.
Santiago de Chile, 9 de agosto 2013
Crónica Digital
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