La palabra puerperio es bastante desconocida para la mayoría de las mujeres, principalmente aquellas que aún no ejercen la maternidad. Reconocer los cambios fisiológicos que ese estado provoca puede contribuir a que las recién paridas tengan una mejor calidad de vida.
La involución puerperal comprende desde la conclusión del proceso de parto y alumbramiento hasta el retorno del organismo femenino a su estado normal pregravídico (antes del embarazo). Este período tiene una duración de 42 días, razón por la cual nuestros ancestros le decían cuarentena.
Para su mejor estudio y comprensión, la escuela cubana de medicina lo clasifica en tres estadios: puerperio inmediato, mediato y tardío, que se corresponden con las primeras 24 horas posteriores al parto, del primero al décimo día y del onceno al cuadragesimosegundo día.
Es obligación del personal médico y de enfermería, tanto en los hospitales como en el sistema de atención primaria, realizar un exhaustivo examen físico diario de la madre puérpera, que incluye entre otros aspectos el registro de la temperatura corporal y la tensión arterial y la inspección de la herida quirúrgica abdominal (en caso de cesárea) o de los puntos en la vagina (episorrafia).
Aplicando una adecuada técnica palpatoria deben examinarse el abdomen, los miembros inferiores y en especial ambos senos, entre otros motivos para constatar la presencia de esa primera leche llamada calostro.
De especial interés es la observación de los exudados del aparato genital que durante los primeros días manchan el apósito o íntima, denominados loquios, sobre todo si son fétidos, porque pueden ser síntomas de que algo anda mal.
Cumplir esta rutina resulta molesto para algunas puérperas si desconocen su objetivo. Por eso es esencial aclarar sus dudas mediante una comunicación fluida y no interpretar erróneamente que la paciente conoce de antemano el proceder, pues no todas llegan con los saberes necesarios a este momento de sus vidas.
Recuperación eficiente
Se conocen como cambios locales aquellos que tienen lugar en el aparato reproductor e indican de que todo marcha como es debido en la recuperación de la paciente. Una vez expulsada la placenta, el fondo uterino se localiza a dos traveses de dedo*** por encima del ombligo, pero al día siguiente debe estar a dos traveses por debajo, y entre el décimo y duodécimo día, por debajo del monte de Venus.
El segmento inferior del útero llega a alcanzar en el momento del parto un diámetro de entre ocho y diez centímetros y a las 72 horas aún no será visible, pero a los diez días ese cuello uterino debe estar cerrado y con aspecto normal, lo cual es realmente impresionante si tenemos en cuenta que después del parto se puede observar descendido (en ocasiones hasta la entrada o introito de la vagina), edematoso (inflamado) y permeable de dos a tres dedos.
Otros cambios generales tienen que ver con el estado integral de la madre. La salida del feto provoca un enlentecimiento de la frecuencia cardíaca, que oscilará entre 60 y 70 latidos por minuto. Un ritmo más acelerado es anormal y puede estar causado por anemia, infección o una enfermedad cardiaca. Es posible también que el aumento del metabolismo produzca un aumento de la glucosa en sangre.
La elevación de la temperatura constituye una fuente de preocupación para pacientes y acompañantes, porque desconocen el carácter fisiológico y natural de este fenómeno, siempre y cuando se presente dentro de los primeros cuatro días posteriores al parto y no exceda en más de un grado Celsius su temperatura habitual. Esta situación no modifica el pulso ni el estado general de la recién parida.
Obviamente la expulsión del feto, la placenta, el líquido amniótico y las membranas ovulares, sumado a la reabsorción de líquidos y la involución de segmentos de órganos como hígado, corazón y útero, propician que el peso de la mujer se reduzca alrededor de ocho kilogramos.
Falsa seguridad
Muchas parejas creen que no pueden procrear mientras la madre da el pecho a su bebé. Eso es cierto, pero a medias. Quienes se arriesgan a tener sexo desprotegido en esos meses deben conocer que la amenorrea inicial (ausencia de menstruación) es consecuencia secundaria de la inhibición de las hormonas folículo estimulante (FSH) y luteinizante (LH) para priorizar la abundancia de prolactina, hormona que ayuda a la producción de leche.
Luego la succión del pezón se convierte en potente estímulo, que apoyado por las hormonas adrenocorticotropa (ACTH) y tiroestimulante (TSH) harán imposible la concepción siempre y cuando la lactancia materna se realice de forma sistemática y exclusiva. Si la madre altera la frecuencia con que lacta a su criatura verá muy pronto la menstruación y a partir de ese momento puede embarazarse nuevamente.
Para no interferir en el proceso de recuperación, el coito está proscrito hasta que pasen los 42 días posteriores al alumbramiento, pero además se sabe que el período ideal intergenésico (entre un embarazo y otro) es de dos años. Transgredir esta norma y adelantarse a buscar otro hijo es poner en riesgo tanto al nuevo feto como a la madre, y lejos de facilitar la crianza puede complicarla.
Fuente: Juventud Rebelde
Por René Alfonso Torres y Dayamí Jaime Mazola
*Doctor en Medicina.
**Licenciada en Psicología.
***Traveses de dedo es una medida médica española. Equivale a entre uno y dos centímetros.
Santiago de Chile, 22 de mayo 2013
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