En 1996, las autoridades pusieron en marcha la llamada Reforma Educacional, imponiendo el criterio de que incrementar las horas de clases favorecería el aprendizaje de los estudiantes. Diecisiete años después de enunciado el supuesto, los resultados muestran un retroceso sostenido y sus cifras son públicas (Pisa, OCDE). El sistema se niega a admitir que el verdadero propósito de duplicar la jornada era convertir las escuelas en guarderías infantiles para que dos personas por hogar trabajaran remuneradamente, porque la capacidad de pago del jefe de hogar, con cuarto año de secundaria, es hoy la mitad de la que tenía en 1950, cuando exhibía en promedio una escolaridad de sexta preparatoria. Pero no todas las lecciones se aprenden.
En 2010, el gobierno aprobaba, a través del nada autónomo Consejo Nacional de Educación (CNE), un nuevo incremento en las horas de Matemáticas y Lenguaje. Al visar la medida, la entidad formuló, de todos modos, una serie de observaciones, como aquella que en el considerando 5.11 planteaba, literalmente, que “es esperable que el Ministerio de Educación informe sobre la factibilidad de encontrar los docentes requeridos en todas las regiones y zonas geográficas del país, especialmente, para el sector de Matemáticas” (Informe N° 113 del CNE, 11 de noviembre de 2010). Pero ahí los oídos siguieron siendo sordos. La Prueba Inicia señala que los egresados de Pedagogía apenas obtienen un promedio de 51% de respuestas correctas, situación que se agrava al constatar que ese nivel cae al 42% cuando los evaluados tienen la mención en Matemáticas (Informe del MINEDUC, 14 de abril de 2011).
Sin embargo, las cosas prometen seguir empeorando, pues en los últimos cinco años la cifra anual de docentes titulados en Matemáticas ha caído 17% (Sistema de Información de la Educación Superior, informe citado en la tercera.cl, 6 de myo). El brusco descenso está en línea con la advertencia que ya había hecho la OCDE: Chile presenta un déficit de 35% de profesores para Ciencias, ítem que incluye Matemáticas. A los magros resultados de los futuros profesores en los tests de conocimientos se suma el hecho de que, a la inversa, los mejor calificados abandonan la pedagogía a los cuatro o cinco años de ejercicio, en busca de mejores perspectivas laborales. Y he ahí la clave de tanta sordera oficial. Mejorar la calidad de la enseñanza no es simplemente una apuesta metodológica o ritual; implica mejorar las condiciones de existencia de quienes trabajan para vivir y, eso suena a justicia, otra asignatura que el país seguirá reprobando.
Tomado de la editorial de Academia libre.
Santiago de Chile, 16 de mayo 2013
Crónica Digital