Seleccionada para competir por el oscar a la mejor película extranjera, la cinta de Pablo Larraín, está centrada fundamentalmente en la campaña del No para el plebiscito del 5 de octubre de 1988.
Esa mañana del cinco de octubre amaneció con sol; de mi dormitorio en el segundo piso divisé algunos transeúntes que cruzaban la plaza Brasil, andaban muy pocos vehículos y daba la impresión de ser un típico domingo, pese a que era miércoles -los empleados municipales días antes habían retirado toda la propaganda electoral que colgaba de los cables de la luz y postes-. Era el gran día…elegir a Pinochet o el caos, como decía el slogan que la derecha popularizó. Mi madre que había trabajado hasta muy tarde corrigiendo unas pruebas, todavía dormía. Bajé a la cocina a prepararme un café y sintonicé la radio que ya estaba dando las primeras informaciones sobre las mesas constituidas en los lugares de votación. La situación en el país era normal y con mucha calma -los apagones de la noche anterior eran hechos aislados, decían las noticias del Diario de Cooperativa- Josélo me pasaría a buscar e iríamos juntos a sufragar a calle Matucana: esa llena de parches de asfalto gastados que dejan al descubierto las líneas de los carritos que corrían en la década del veinte en esta antigua avenida, empedrada, donde los turcos se aposentaron con tiendas de ropas, sombreros, calzados y mercerías; hoy una calle de adobe agrietada por el tiempo y que el terremoto de 1985 la hizo estremecerse desdela Estación Centrarhasta calle Balmaceda. Matucana muere los domingos por la mañana, cuando las tiendas comerciales se encuentran cerradas, pero renace con todos los cuerpecitos alcohólicos que vagan y duermen en las cunetas o salidas de su restauran o botillería preferida, mientrasla Iglesia SanPablo rescata algunos fieles que asisten a la misa mañanera.
En el quiosco de la plaza Brasil se leían los siguientes titulares de los diarios más importantes del país:
“Chile elige hoy vivir en democrácia o socialismo” -encuesta final Skopus el Sí gana con un 55 %.- (La Nación).
“Chilenos dirán hoy Sí o No” –(La Tercera).
“Encuesta Skopus, da 55, 3% al Sí y 46,1% al No” (El Mercurio).
“Llega la hora de la verdad…Sin miedo, sin odio y sin violencia Chile dirá que No” (Fortín Diario).
Bajamos por compañía y llegamos a la antes mencionada calle Matucana para encontrarnos con el liceo cuatro de niñas donde votaríamos. Rara nos sonaba todavía esa palabra mientras que los nervios de muchos votantes se percibía a simple vista, no todos los días existían estos comicios y éramos más de tres millones de jóvenes de entre dieciocho y treinta y tres años los que votábamos por primera vez.
Eran las diecinueve horas y las distintas emisoras radiales ya estaban emitiendo resultados de algunas mesas escrutadas. Terminábamos de tomar té con mi madre la cual había ido a votar al liceo número uno de niñas. A ella la notaba muy nerviosa, se levantaba a cada rato de su asiento para cambiar la televisión, por si acaso en otro canal estaban dando más información. A las 19:30 horas, el subsecretario del interior, Alberto Cardemil anunciaba desde el edificio Diego Portales el primer computo donde el Sí obtenía 57,36 % y el No 40,5 -nos quedamos sorprendidos con mi madre- no podía ser, el Gobierno estaba ocultando información y el margen de diferencia entre ambas opciones era muy alto, pensaba mi madre.
En ese mismo momento Josélo se encontraba en el comando del No, allá en la Alameda, donde el secretario ejecutivo, Genaro Arriagada se disponía a dar los resultados de unos ciento ochenta mil votos escrutados. La sala de prensa de aquel lugar se había aglomerado de periodistas, camarógrafos y fotógrafos nacionales y extranjeros, que no estaban muy convencidos de los resultados que habían entregados los militares. El No, opositor llegaba aquí al 62 %.
-Están dando resultados totalmente distintos, señalaba mi madre.¿ Y si el Gobierno no reconoce el triunfo del No?. Decía.
-Hay que esperar mamá…hay que esperar -la tranquilizaba.
Sentí la necesidad de hablar con Carola, preguntarle sí sabía algo más o qué pensaba su padre -el teléfono de la plaza, como de costumbre estaba en mal estado- baje por Huérfanos hasta Cumming, donde encontré uno, llame y al otro lado de la línea estaba Carola, contenta al escuchar mi voz.
-Mi padre está en el comando, parece que la situación no va muy bien para el “Sí”, todos los amigos de mi papá han llamado, el teléfono no ha dejado de sonar… andan todos muy tensos y Luzmira tiene todas las puertas con llave, además tengo prohibido salir -contaba ella.
-Carola te amo -lo único que se me ocurría decirle.
-Yo también te amo.
Aquel yo también te amo, nunca pensé escucharlo de sus labios. El amor es algo tan fuerte, que muchas veces no lo puedes explicar ni callar. El corazón parece que quisiera arrancar y más todavía cuando me hablaba tan suave con ese acento español que le daba un tono especial a la conversación.
-Será mejor que corte, esta noche será larga y mi padre va a necesitar que esté con él -prosiguió Carola.
-Qué irá a pasar? -Pregunté.
-Pensé que lo tenías claro, todo indica que ustedes ganarán y estoy contenta…créeme que me alegro y tu deberías estarlo también.
Al llegar a mi hogar seguimos escuchando la radio con mi madre e incluso emisoras oficialistas estaban dando resultados a favor del No. A las 22:00 horas, Cardemil entregó el segundo computo oficial, que para sorpresa nuestra seguía favoreciendo al Sí, pero esta vez con un 51,3 por ciento contra el No, que había subido a 46,5 . A estas alturas las radios Cooperativa, Chilena y Umbral daban por ganador al No, según la tónica que se estaba dando a lo largo de todo el país en que la preferencia mayoritaria correspondía a esta opción, mientras el Gobierno seguía empeñado en un milagro que cambiara esta tendencia y sin todavía reconocer su derrota.
-Pa las elecciones del setenta tu abuelo se amaneció tomando -me contaba mi madre mientras servía la comida- esperó hasta las tres de la madrugada para saber si Allende había ganado y después siguió bebiendo hasta el aclarar del día, era malo pal’ trago, pero había esperado tres candidaturas para que saliera por fin elegido su compañero Chicho, como le decían a Salvador Allende…todavía lo echo de menos -terminaba recordando mi madre. Unas lágrimas aparecieron en su rostro para luego lamentarse de que yo no hubiera conocido al abuelo -de hecho lo conocí, pero tenía una imagen muy difusa de él, yo era demasiado pequeño.
Nos dieron las doce de la noche conversando con mi madre y minutos después escuchamos un nuevo cómputo del comando opositor. El No ganaba de manera considerable al Sí, por 56,9 contra un 40,8 por ciento respectivamente. Nos abrazamos con mi madre y comenzó a llorar en mis hombros; hasta ese momento no me había dado cuenta de la real importancia que esto tenía, en el fondo de su corazón mi madre sentía odio por los militares y quién no si le habían asesinado a su padre, además el Gobierno militar había reprimido fuertemente a todo el profesorado. Todavía estaban en nuestras mentes el secuestro y posterior degollamiento de tres profesionales, entre ellos dos colegas de mi madre: José Manuel Parada, Manuel Guerrero y Santiago Natino.
Por otro lado los miembros de la junta militar comenzaron a llegar al palacio de La Moneda, lo que estaba siendo transmitido por todos los medios informativos, que esperaban que el Gobierno diera un tercer computo. La ciudadanía comenzaba a inquietarse, pese a que no andaba nadie en las calles, pero en cada casa se podían ver luces encendidas y la familia reunida en torno a una radio o un televisor. Pasado la una de la mañana algunos periodistas interceptaron al General Matthei consultándole por los resultados del plebiscito: “Me parece que realmente ganó el No, al menos para mi, yo lo tengo bastante claro” –puntualizó- siendo el primer hombre dela Dictadura en reconocer el triunfo opositor.
En el comando del No, de Alameda 240, comenzaba a vivirse una verdadera fiesta con las personas que allí se encontraban y que además estaban llegando de distintos lados a la Alameda con el ánimo de hacer una celebración, mientras que a pocos metros de ahí y solo una hora después los militares reconocieron la victoria del No el cual llegaba a 53,31 contra 44,43 por ciento del Sí. “La democracia que construimos tiene un lugar para todos los que creen verdaderamente en ella. Esta es la hora de demostrar que por sobre la contingencia está Chile y sus valores permanentes. En consecuencia, acatamos los resultados que el país ya conoce y que serán determinados en definitiva por las instancias competentes”. Señalaba el comunicado leído por el Ministro del Interior, Sergio Fernández, cerca de las tres de la madrugada, después de mantener a todo un país en la más oscura incertidumbre.
(Extracto de la novela de mi autoria Calle Dieciocho, Ril Editores 2001)
Por Miguel Alvarado Natali. El autor es periodista. Colaborador cultural de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 24 de enero 2013
Crónica Digital