Tres artefactos explosivos estallaron hace pocas horas en áreas residenciales de la capital siria para dar continuidad a una cadena de atentados iniciada días atrás, que muchos identifican como expresión de terrorismo puro.
Un diplomático acreditado en Damasco, que pidió el anonimato, al valorar las últimas acciones de los grupos armados, consideró que esto no es oposición política, sino terrorismo brutal.
Los atentados ocurridos en la noche del miércoles mataron a una persona, hirieron a seis, incluido un niño, y causaron daños materiales en tres pequeños quioscos en el barrio residencial de al-Mazzeh, oeste de la capital.
Estas acciones se unen a otras de días recientes, incluso cuando imperaba el cese de las hostilidades por la festividad musulmana del Eid al Adha (Sacrificio), que ocurrieron en zonas densamente pobladas y al parecer estaban dirigidas contra la población civil.
Expresiones colocadas en la red social Facebook por partidarios de estas prácticas evidencian su postura irracional, al señalar que los sitios afectados eran puntos de seguridad del gobierno y en ellos se vendían bebidas alcohólicas y cervezas.
Estos atentados se sumaron a otros ocurridos durante el miércoles en dos poblaciones de Damasco Campo, a unos 15 kilómetros al sureste y suroeste de la capital, en al-Sayyeda Zainab, con saldo de 11 muertos y 30 heridos, y en la localidad de Muaadamiyet (numerosos fallecidos y lesionados), indicó una fuente oficial.
Varias localidades de la provincia de Damasco Campo fueron blancos durante la última semana de atentados, con coches bombas y artefactos plantados por grupos terroristas, con saldo de muertos cercano a los 50 y más de un centenar de heridos.
En estas acciones, las principales víctimas fueron civiles, muchos niños, que actualmente resultan blanco preferidos de los grupos irregulares, opuestos al gobierno del presidente Bashar al-Assad.
Sirios dijeron a Prensa Latina que los últimos acontecimientos emergieron por el desespero de los opositores, golpeados duramente por la ofensiva gubernamental en varias provincias y recurren al terrorismo para causar temor en la población.
Bajo este ambiente aflora la alarma en Occidente de que los choques en Siria pasen a ser secuestrados por grupos extremistas provenientes del exterior, en especial por la red Al-Qaeda y sus seguidores.
El nombre de Jabhat al-Nusra, grupo extremista seguidor de Al-Qaeda, extiende su bandera negra por varias partes de Siria y destaca como principal autor de las acciones terroristas.
Según Elizabeth O’Bagy, del Instituto sobre el Estudio de la Guerra, citada por un editorial del diario estadounidense The Washington Post, ellos se convirtieron en la amenaza más significativa a largo plazo para la estabilidad en Siria.
De acciones contra instalaciones militares y de inteligencia en provincias del país, estos componentes externos de la crisis enfocan sus cañones contra civiles que nada tienen que ver con la violencia, según los últimos hechos.
Aunque algunas fuentes rechazan la teoría, el Ejército Sirio Libre, el presunto representante de la revuelta en el terreno, es cómplice de los llamados yihadistas, pues estos le brindan un apoyo en armas y recursos que les permiten continuar la guerra, aunque no faltan las contradicciones.
Lo anterior obliga a la mayoría de los sirios a condenar a esos grupos, al considerarlos partidarios del diálogo, las reformas y el cambio, y por el contrario profundizan más la crisis de violencia.
Santiago de Chile 1 de noviembre 2012
Por Luis Beaton (P.L.)
Crónica Digital