Muchas veces creemos que lo hemos visto todo, que en pleno siglo XXI nada podría sorprendernos, pero no. Basta darse una vuelta por los medios nacionales e internacionales para darnos cuenta que aún suceden hechos que no dejan de asombrarnos. Podemos mencionar por ejemplo un colegio en cuyo patio amanece un bus, pero no un bus para un paseo escolar, un bus de carabineros que está resguardando el “normal funcionamiento” de las actividades habituales del recinto educacional. Pero muy en lo profundo siento que no es eso lo que más me ha sorprendido en estos días, y puede que mi formación en materias legales tenga que ver con lo que más me ha llamado la atención.
No terminaba de acongojarme por la fría y brutal matanza de mineros en Sudáfrica, donde además de haber sido involuntarios testigos de tan atroz cobardía, cuando tuve el infortunio de escuchar las excusas de la policía que señaló que lo hizo en defensa propia. Y es ahí donde quiero detenerme, en la legítima defensa. Porque cualquiera que pudo ver esas imágenes sabe que ahí no existió defensa de nada, los mineros estaban desarmados, no eran capaces de hacer daño, no contaban con más armas que sus argumentos cansados de la explotación y fueron masacrados.
Siempre supe que la defensa propia es: el contraataque o repulsa de una agresión actual, inminente e inmediata con el fin de proteger bienes jurídicos propios o ajenos, pero no se ve en el acontecimiento antes descrito, pero más aún, cuando hoy abro las páginas de los diarios y veo que se ha retipificado el asesinado del comunero mapuche, Mendoza Collío, que todos sabemos fue asesinado por un disparo policial por la espalda, como legítima defensa, es cuando comienzo a preguntarme si todo lo que yo he conocido tiene asidero en la realidad.
Y es que trato de visualizar una situación en que un hombre de espaldas represente un peligro para una persona, no puedo vislumbrarlo. La lucha por las reivindicaciones mapuches es algo en lo que podemos o no estar de acuerdo, podemos o no compartirlas, pero cuando me dicen que dispararle a un hombre por la espalda es legítima defensa me quedan dudas existenciales que hacen que piense que nada de lo que creo real lo es definitivamente.
No quiero dudar de la actuación de la justicia, no tengo por qué hacerlo siendo un hombre de leyes, pero siento que puedo como persona tener el beneficio de la duda y esperar que me aclaren, como chileno, cómo esto puede ser así.
Y pienso en todo lo que creo, y pienso en esos mineros sudafricanos, y veo que las convicciones que he tenido pueden ser legalmente borradas así, en un menos de una semana con dos hechos tan extraños que me dejan perplejo.
Eso es lo que me anima hoy a escribir estas líneas, la incertidumbre, la duda, la extrañeza, esperando que algún ser humano, que esté por sobre las convicciones, que esté por sobre lo conocido, que entienda mejor que yo qué es lo que pasa sea capaz de decirme algo que contradiga mis legítimas contradicciones, que me ayude a comprender lo que está más allá del beneficio de la duda.
Por Alan Espinoza Ortiz
Dirigente Sindical ODEPA/ANEF
Vicepresidente Nacional
Juventud Socialista de Chile
Santiago de Chile, 27 de agosto 2012
Crónica Digital