La salud de los supervivientes de cáncer en la población de adolescentes y adultos jóvenes es peor que la salud de las personas que no tienen antecedentes de cáncer, y sus conductas son menos saludables, según indica un nuevo análisis. Estos supervivientes fuman más y se ejercitan menos, sufren una mayor cantidad de enfermedades crónicas, son obesos, tienen una salud mental y física precaria y enfrentan más obstáculos financieros para tener acceso a la atención médica.
Los resultados del estudio, el cual utilizó datos del Sistema de Vigilancia de Factores de Riesgo del Comportamiento de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), fueron publicados el 11 de junio en la revista Cancer.
“Un creciente volumen de publicaciones muestra que la supervivencia entre los pacientes con cáncer del grupo de adolescentes y adultos jóvenes ha mostrado menos avances que entre los niños de menor edad y los adultos mayores; por lo tanto decidimos analizar con más detenimiento esa población”, explicó el autor principal, doctor Eric Tai, funcionario médico de la División de Prevención y Control del Cáncer de los CDC.
Para conocer más sobre las condiciones de salud de los adolescentes y adultos jóvenes supervivientes de cáncer, el doctor Tai y sus colegas analizaron las respuestas a una encuesta entre 4 054 personas a quienes se les había diagnosticado cáncer por primera vez cuando tenían entre 15 y 29 años de edad y más de 345 000 personas que no tenían antecedentes de cáncer.
Los investigadores determinaron que, en comparación con quienes no tenían antecedentes de cáncer, las personas que habían tenido cáncer cuando eran adolescentes o adultos jóvenes eran más propensas en la actualidad a fumar, a ser obesas, a padecer diferentes enfermedades crónicas, a estar discapacitadas y a tener una salud mental y física precaria. Además, los adolescentes y adultos jóvenes supervivientes de cáncer eran más propensos que aquellos que no tenían antecedentes de cáncer a estar desempleados o a tener dificultades para trabajar y a declarar que no buscaban atención médica por falta de recursos.
“Considero que estos hallazgos nos recuerdan el nivel de vulnerabilidad de esta población”, comentó la doctora Ashley Wilder Smith, científica conductual en la Subdivisión de Investigación de Resultados de la División de Control del Cáncer y Ciencias de la Población del NCI. “Hay muchos problemas de índole psicosocial, educativa, laboral y de conducta que verdaderamente debemos atender en este grupo de supervivientes de cáncer.
Por ejemplo, los investigadores de los CDC consideran que debería ser prioritario poner en práctica intervenciones para evitar que los adolescentes y adultos supervivientes de cáncer comiencen a fumar o ayudarlos a dejar este hábito. “Esto es especialmente cierto cuando se trata de adolescentes”, acotaron, “pues su intención de fumar está íntimamente relacionada con el hábito de fumar en el futuro”.
Los autores del estudio también hicieron notar que la cantidad de personas de este grupo que recibía una atención médica de seguimiento adecuada era baja: “La mayoría de los adolescentes y adultos jóvenes supervivientes de cáncer no son objeto de seguimiento en los programas para supervivientes de cáncer y a menudo su atención médica está a cargo de médicos de atención primaria quienes probablemente no estén al tanto de los riesgos asociados al cáncer en este grupo y de la terapia más adecuada”, manifestaron.
Una manera de mejorar la salud de los adolescentes y adultos jóvenes supervivientes de cáncer es que los proveedores de atención médica diseñen planes de atención individualizada para los supervivientes, tal como lo recomendó el Instituto de Medicina en un informe dado a conocer en 2005, dijo el doctor Tai. (Véase historia relacionada en esta edición). “Los proveedores de atención médica verdaderamente necesitan utilizar las directrices sobre la atención de seguimiento establecidas para los pacientes infantiles y del grupo de adolescentes y adultos jóvenes. Esas directrices pueden equipar a los proveedores de atención médica con información sobre efectos tardíos, factores de riesgo, exámenes de detección, tratamientos y consejería así como otras intervenciones dirigidas a combatir conductas no saludables”.
La comunidad médica oncológica debería redoblar sus esfuerzos para educar a los proveedores de atención primaria sobre el cuidado de control que estos pacientes necesitan, añadió la doctora Smith. Los adolescentes y adultos jóvenes supervivientes “padecen enfermedades crónicas por mucho tiempo”, dijo. “Además, hay tantas transiciones en sus vidas en cuanto a educación, empleo, cambios frecuentes de residencia, así como asuntos relacionados con sus familias y otras personas”. Estos factores “tienden todos a interactuar, lo cual crea el peor de los escenarios” y dificulta la obtención de la atención de seguimiento recomendada para los supervivientes de este grupo de edad, explicó.
Matthew Zachary, un superviviente de cáncer en este grupo de población y fundador del grupo de defensa Stupid Cancer , dijo que no le sorprendían los retos a largo plazo y los riesgos que enfrenta la población de sobrevivientes. “Mucho de esto ha sido obvio por mucho tiempo entre aquellos que como yo viven en una burbuja. Pero es muy bueno que cada vez haya más estudios en esta área pues dan credibilidad a lo que ya se sabe que es cierto”, dijo. “Nos ayuda a argumentar nuestro caso ante el público” sobre la importancia de abordar las necesidades especiales y las preocupaciones de los adolescentes y adultos jóvenes supervivientes de cáncer.
Algunos centros oncológicos designados por el NCI están estableciendo programas de este tipo. Sin embargo, la mayoría de los adultos jóvenes reciben tratamiento en centros comunitarios, por lo tanto los centros del NCI y otras instituciones académicas grandes con experiencia y programas para la población de adolescentes y adultos jóvenes necesitan acercarse a la comunidad y poner sus servicios a disposición de una mayor cantidad de pacientes adultos jóvenes con cáncer, comentó.
El estudio de los CDC “es un documento clave pues subraya el hecho de que no solo necesitamos centrar nuestros esfuerzos en mejorar la atención médica de seguimiento de los adolescentes y adultos jóvenes supervivientes de cáncer, sino que también necesitamos analizar esta población de manera más integral”, dijo la doctora Smith.
Por Bill Robinson
Tomado del Boletín del Instituto del Cáncer
Santiago de Chile, 18 de julio 2012
Crónica Digital