La carencia de estrategias efectivas de prevención y de programas de educación sexual adecuados contribuye en Chile a que el embarazo de jóvenes menores de 19 años crezca de manera sostenida, transformándose en un flagelo social difícil de mitigar.
“Los más pobres entre los pobres, en términos económicos, son los hijos de madres adolescentes. Ahí se concentra la pobreza, por lo cual es necesario implementar a la brevedad políticas públicas efectivas para prevenir este problema”, indicó la psicóloga Vania Acuña, del Centro de Estudio Sistémico.
Acuña precisó que en la actualidad los adolescentes tienen acceso a información sobre la prevención del embarazo y los métodos anticonceptivos que se pueden utilizar. Sin embargo, el problema se centra en que muchos de ellos buscan en las relaciones sexuales llenar vacíos emocionales, por lo cual es claro que las políticas públicas están mal orientadas.
“Los jóvenes se sienten muy solos y desamparados, a veces viviendo grandes angustias o dolores sin ninguna contención de parte del mundo adulto, que también está pasando por sus propias dificultades”, añadió Acuña a IPS.
“Entonces un embarazo viene a llenar una necesidad insatisfecha, que es el afecto, la fantasía de que el bebé va a querer a la madre como nadie nunca la ha querido”, completó.
Un estudio sobre embarazo adolescente, presentado a fines de 2011 por el Ministerio de Desarrollo Social, indicó que más de 40.000 niños y niñas de los 250.000 que nacen por año en Chile son hijos de madres de entre 10 y 19 años, que en 65 por ciento de los casos pertenecen al 40 por ciento más pobre de la población. Solo uno por ciento corresponde al 20 por ciento de mayores ingresos.
El informe agrega que 92.853 hombres y mujeres fueron padres con 19 o menos años de edad en 2010. Todos ellos declaran haber conocido los métodos para prevenir el embarazo, pero, pese a ello, 62 por ciento no usó ninguno en su primera relación sexual.
En ese panorama, el doctor Ramiro Molina, del Centro de Medicina Reproductiva y Desarrollo Integral del Adolescente (Cemera), explicó a IPS que en Chile existe una fecundidad diferenciada.
Las jóvenes entre los 17 y 19 años han bajado sus índices de fecundidad en los últimos tiempos, mientras que las de 16 y 17 años los mantienen, explicó el especialista del Cemera, de la Facultad de Medicina de la estatal Universidad de Chile.
“Bajo los 15 tenemos, desde mi perspectiva, un desastre y medio”, alertó.
Para Molina, en la fecundidad adolescente hay una diferencia de carácter social “extraordinaria” y eso se evidencia también en las conductas sexuales y en el uso de métodos anticonceptivos, tanto en la primera relación sexual como en las que siguen.
Es que las políticas públicas no han profundizado lo suficiente y se implementan también con diferencias en la atención de salud entre los estratos socioeconómicos más acomodados y los más vulnerables, opinó.
“Es un pilar fundamental que aquellas niñas o niños que han iniciado su vida sexual sean atendidos adecuadamente”, reclamó el experto en ginecología pediátrica y de la adolescencia.
En materia de educación sexual, en tanto, Molina resaltó las deficiencias y recordó que Chile fue el último país en América Latina en aprobar una ley que obliga a impartir educación sexual en los establecimientos de educación secundaria.
En agosto de 2011, el entonces ministro de Educación, Joaquín Lavín, anunció un presupuesto de 1,2 millones de dólares para capacitar en materia de sexualidad a profesores de centros ubicados en zonas vulnerables de todo el país. “Sin embargo, de ese total solo se invirtieron 400.000 dólares e incluso menos”, denunció Molina.
El gobierno derechista de Sebastián Piñera anunció para este año la implementación de un plan piloto, en el marco del programa Chile Crece Contigo, el cual integrará talleres especiales para padres adolescentes al interior de los colegios y buscará educarlos acerca de las responsabilidades que significan tener un hijo y, sobre todo, de la importancia de seguir estudiando.
Se pone énfasis en esto último debido a que, según los informes, la mayoría de las madres adolescentes abandonan los estudios y quedan desamparadas, por lo cual 60 por ciento de ellas se embarazan por segunda vez antes de los dos años.
Por su parte, la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb), encargada de otorgar almuerzos en las escuelas públicas y pases de movilización escolar, implementó un programa piloto enfocado en retener en el sistema escolar a los y las estudiantes en condición de fecundidad.
Los resultados de la última encuesta de Caracterización Socioeconómica, que se realiza cada tres años en todo el país, dio que 30 por ciento de las mujeres entre 14 y17 años consultadas establecen que la maternidad o el embarazo es una condición por la que no asisten a la escuela.
Debido a esto, el objetivo es desarrollar un modelo de acompañamiento psicosocial, dirigido a mejorar las condiciones de vida de estos estudiantes, que les permita compatibilizar los roles.
A pesar de esto, ambos expertos coincidieron en que las políticas implementadas por el gobierno “son insuficientes” y no van orientadas a resolver el problema con medidas eficaces que apunten a la prevención.
“La fecundidad adolescente no es inocua, no es inocente, porque crea problemas desde el punto de vista de salud, como la mortalidad materna y del recién nacido, y también social”, porque incrementa la vulnerabilidad de las adolescentes y perpetúa el círculo de la pobreza, advirtió Molina.
Añadió que “somos, más que un país conservador, un país hipócrita, que nos está haciendo mucho daño”.
“Esa hipocresía se manifiesta al decir que se hagan las cosas, pero que no se noten, que no se digan, que no se planteen. Este conservadurismo, este tradicionalismo ignorante, esta ignorancia químicamente pura y transparente, nos hace un daño espantoso”, enfatizó.
El experto señaló que este ya no es un problema técnico, sino político, que sólo se superará con un Estado responsable y capaz de implementar políticas públicas efectivas, aunque eso signifique enfrentarse a los poderes fácticos.
“Desde el punto de vista técnico, las soluciones existen, están, tienen evidencia científica, tienen un costo, una forma de ser y solamente hay que aplicarlas”, afirmó.
“Es un tema de política pública y no se resolverá el problema mientras los que tienen la responsabilidad de administrar el Estado no lo tengan claro y sean capaces de llevarla a cabo y se enfrenten con los poderes fácticos de carácter filosófico y religioso”, apuntó.
“Por lo demás, los jóvenes lo están exigiendo”, concluyó.
Por Marianela Jarroud. Agencia IPS
Santiago de Chile, 9 de julio 2012
Crónica Digital / Agencia de Noticias IPS