Lo dice, Ernesto Medina, coordinador de “Aquí La Gente”, movimiento que promueve y defiende derechos de consumidores y usuarios; un Chile igualitario y justo. Siempre en acción movilizada, su oficina es un stand en el centro de la ciudad; una esquina que se tomaron y apropiaron para la ciudadanía. Allí hacen política con cable a tierra, conectados a lo que se habla y pasa en las calles. Por Myriam Carmen Pinto.
Es dirigente social, desde su época adolescente. Su trayectoria de batallas suman más de 45 años. Podría decirse que está especializado en agitación y activismo; un dirigente social proactivo e innovador. No obstante, él se mantiene igual y sigue siendo el mismo.
Partió con asuntos vecinales y luego los deudores habitacionales, su escuela práctica de liderazgo. Siguiendo en ello, se amplía a promover y defender derechos de consumidores y usuarios, asumiéndolo como una respuesta frente a los abusos del modelo económico, desigualdad social y riqueza extrema.
Han tratado de frenarlo, cambiar el curso de sus aguas, pero no lo han logrado. Lo han encarcelado cientos y cientos de veces. En 1985, los militares lo relegan seis meses a un pueblo de La Araucanía y ya perdió la cuenta de las veces que ha sido arrestado por participar en mítines y protestas callejeras.
La casa es un derecho, defenderla es nuestro deber
En 1982/83, las alzas del precio del petróleo originan una gigantesca crisis financiera global. La economía chilena no logra responder ni regular su ritmo propio. Sube el dolar, devalúan el valor del peso, quiebran empresas, bancos y financieras. La cesantía asciende a 35%, suben tasas de interés crediticias de consumo e hipotecarias; cambian las reglas del juego unilateralmente.
El Estado transfiere préstamos a los empresarios y compra sus acciones, pero el sistema económico embarga y remata bienes y viviendas de los deudores morosos.
Ernesto Medina, organiza un comité de deudores habitacionales en la comuna de Maipú, donde residía. Conocía el problema por dentro y por fuera, sabía lo que hablaba y hacía. Lo vivía. Remataron su casa, pese a que la defendió a morir.
Organizados en comités que luego dan vida a federaciones y confederaciones, protestaban encadenándose a las puertas de los bancos y en sus poblaciones organizaban velorios y funerales. Representando sus angustias, incertidumbre y muerte del núcleo familiar, metían a uno de ellos dentro de un cajón de muerto. Lo velaban en vida y salían a la calle, llevándole sobre sus hombros como muerto de verdad.
Caminaban por las calles, tal cual un funeral con procesión religiosa incluida. En la plaza simulaban un entierro con discursos, despedidas y aplausos. Las viudas y mujeres de negro lloraban, los niños levantaban carteles y banderas de luto. La consigna era: “La casa es un derecho, defenderla es nuestro deber”.
Pretendiendo entrabar e impedir desalojos y remates, sacaban y escondían las señaléticas de las calles, cambiaban sus nombres y numeración. Hacían turnos, vigilias y todo lo posible e imposible que pudiese frenar el curso de los procedimientos legales a cargo de ejecutivos bancarios, receptores judiciales y policías.
Cuando se producían remates y desalojos, se tomaban las casas, ponían banderas chilenas y carteles en puertas y ventanas. “Fuera buitres”, decían a los nuevos propietarios y a las empresas que hicieron de este problema su oportunidad de negocio: remataban, compraban y revendían.
Era un mercado cautivo, redondito total.
Fue también negocio para crear empresas de cobranzas y oficinas de prestamistas usureros. Los bancos ofrecían nuevas coberturas y ofertas de créditos, comprando carteras de deudas vencidas.
En los mismos años 80, en la comuna de Maipú, los vecinos daban otra batalla emblemática: el basural vertedero Lo Errázuriz.
Medina, vivía a pocas cuadras de allí. Se organizan, denuncian malos olores, emanaciones de gases y consecuencias en su salud. Gritando, “Unidos de la mano, cerremos el basural inhumano”, hacían rondas por todo el borde del basural. Hoy es un parque.
Millones de ojos que vigilan y votan
“Aquí la Gente”, aboga por un Estado de bienestar que asegure educación y salud gratuita y calidad de vida digna. Ernesto Medina sostiene que el modelo económico neoliberal que impera en Chile está convertido en un monstruo omnipotente que dirigen seis gerentes, quienes se han adueñado de nuestras platas y recursos naturales.
Sus tentáculos – dice – están metidos en el sistema de pensiones, educación y salud, en los cobros irregulares de servicios básicos de luz y telefonía, en la colusión de precios, excesivos intereses de tarjetas de créditos bancarias y grandes tiendas, en la comida que envenena, en los medios de comunicación que desinforman y también en ciertos sectores políticos.
Combinando esfuerzos entre organizaciones de consumidores, parlamentarios y firmas de la gente, han logrado leyes destinadas a regular la privacidad de un millón 400 mil chilenos endeudados, cuyos nombres se eliminan de informes comerciales; poner limites a las cobranzas extrajudiciales; eliminar cheques de garantía exigidos en clínicas y hospitales; establecer responsabilidades de constructoras por problemas estructurales de viviendas básicas y apoyos para fortalecer el quehacer de organizaciones de consumidores.
Recientemente lanzaron una campaña que busca instalar un debate sobre el sistema de pensiones, demandando su vuelta al sistema público de reparto, solidario, libre afiliación y cotización tripartita. Otra aspiración son las reformas al sistema tributario. Quieren que los empresarios paguen impuestos de utilidades y las compañías mineras internacionales derechos por uso de recursos naturales.
Esquina ciudadana
Buscando masificar su quehacer, “Aquí La Gente”, partió hace 20 años, reuniéndose en una esquina, entre las calles Ahumada con Huérfanos. Sus dirigentes llegaban con una mesita plegable, y en torno a ella le hablaban a la gente, megáfono en mano.
La policía los echaba, los multaba, les quitaba y rompía sus carteles y lienzos.
No obstante, al día siguiente, volvían a lo mismo. Así, poco a poco van marcando presencia, legitimándose. Aquí lanzan campañas, organizan debates, responden preguntas, e inician funas y marchas hacia el palacio de gobierno. Invitan a firmar y adherir e incluso pasan el micrófono para que la gente de a conocer sus problemas, sin considerar colores políticos ni tamaños de billeteras. Lo importante es que saquen su voz.
Todo es colaborativo, solidario, transversal, de cara a la ciudadanía y con ella. Las organizaciones comparten papelería de campañas, sus dirigentes intervienen a viva voz, los artistas actúan gratis, el vecino del kiosco de diarios les presta luz para los equipos amplificadores y un abogado amigo, sus equipamientos de oficina para imprimir cartas y comunicados.
En el marco de la campaña HidroAysen, juntaron 200 mil firmas y otras 100 mil contra los cultivos modificados genéticamente; los productos transgénicos. Apoyan además causas barriales y comunitarias.
En 2006, Ernesto Medina, planteaba el derecho a indignarse y la necesidad de reaccionar juntos contra prácticas abusivas del sistema y su economía de mercado. La máxima de “Aquí La Gente” es transformar la opinión en acción.
Al igual que los indignados del mundo entero, los movimientos sociales aspiran cimentar una ciudadanía gravitante en la toma de decisiones y ejercicios de control; quieren poner fin a la relación del poder político como mediador clientelista entre la base social y el Estado. Todos estamos invitados.
Por Myriam Carmen Pinto. Zurdos no diestros (serie)
Santiago de Chile, 19 de junio 2012
Crónica Digital