Esta situación de manera continuada afecta al organismo y es posible que en la intimidad la persona experimente una disminución de la libido, disfunción eréctil temporal o anorgasmia.
Según explicó la profesora y doctora cubana Alina Ortega en su presentación en el pasado Congreso de Educación, Terapia y Orientación Sexual, la esencia del estrés no está solo en cómo el ser humano se comporta o evalúa su entorno, sino en cómo se proyecta, dirige sus acciones y la actitud que asume para enfrentar las problemáticas de la vida.
La especialista indicó que el nivel o estado de tensión en un individuo es consecuencia entonces de los impactos negativos de los eventos estresantes, y de sus capacidades de afrontamiento.
La pareja es uno de los escenarios generadores y a la vez víctima de estas consecuencias. Inmersos en estas dificultades, los cónyuges pueden experimentar serios conflictos. Sin embargo, ¿es posible para la pareja superar esta situación tensional, sin que llegue a convertirse en un mal de duración indefinida? ¿Cuáles son los desencadenantes más frecuentes y qué hacer para encontrar una posible solución?
Señales de alerta
Aunque de manera lenta y gradual, el estrés puede matar la libido. La causa está en la disminución de la testosterona que se produce como reacción del organismo. Por otra parte aumenta el nivel de cortisol en la sangre, una hormona esteroide producida por la corteza suprarrenal, la cual reprime algunas funciones orgánicas, incluyendo las sexuales y reproductivas.
La literatura especializada indica que cuando se acumula tensión, si las situaciones superan nuestra capacidad de respuesta, se produce un bloqueo. En las mujeres, esta ansiedad provoca que las relaciones sexuales se espacien y surjan problemas como el vaginismo (difícil penetración) y la anorgasmia.
Este escaso o inexistente deseo sexual puede durar más o menos tiempo en función de la importancia que cada persona conceda a su vida sexual.
Para quienes dan un lugar protagonista a la intimidad, si esta falla como consecuencia del estrés su situación puede empeorar, ya que se suma esta tensión a las anteriores. Sin embargo, señalan algunos especialistas, estas personas tienen más probabilidad de encontrar mecanismos para combatir estos efectos.
Cambios oportunos
Los expertos describen una serie de cambios conductuales para llegar a la superación del trastorno sexual a partir de técnicas para combatir el estrés. Entre estas se destacan el razonar, relajarse y darse cuenta de que la tensión es variable y no durará siempre.
No obstante, la mejor solución es acudir cuanto antes a un especialista y en la medida de lo posible eliminar los excesos, tanto en el trabajo como en la realización de actividades físicas agotadoras.
También ayuda establecer prioridades claras en los proyectos y planes de vida a diario. La doctora Alina aconseja no tener apremio por volver a mantener la vida sexual normal, ya que puede generar más ansiedad en la persona afectada.
Como en cualquier otra situación de crisis por la que atraviese la pareja, mantener la comunicación y compartir el problema entre los dos es lo más importante, añade.
Es aconsejable observar con calma la situación para abordar las posibles soluciones, sin provocar un drama por un cambio circunstancial en los hábitos sexuales.
Tanto hombres como mujeres pueden poner en práctica su capacidad de imaginación para mantener un poco de «suspenso», de modo que no se pierda la magia o se «adormezcan» los instintos más pasionales de los cónyuges.
Es esencial comprender que no todas las salidas están en nuestras manos; no existe una varita mágica para resolver los problemas, y solo podemos buscar mecanismos para paliar las consecuencias, y evitar que lleguen al plano más íntimo de la vida.
Depende de cada uno de nosotros saber vivir, a pesar de las dificultades económicas, profesionales o familiares, o de la propia pareja, siempre estableciendo un orden de prioridades.
La Habana, 8 de junio 2012
Juventud Rebelde