El presidente sirio, Bashar al Asad, no cambió la línea política adoptada hace 14 meses, cuando se inició la rebelión contra su régimen: culpó a agentes externos y grupos terroristas de alimentar la “guerra real” que sacude al país. Asad también acusó de “bárbaros” a los autores de la matanza de Hula y descartó todo dialogo con la oposición armada.
En este discurso de algo más de una hora pronunciado en el Parlamentos en momentos en que se multiplican los llamamientos internacionales a un cese de la sangrienta violencia en Siria, el Jefe del Estado reiteró su determinación por luchar contra la revuelta que sacude al régimen desde hace casi 15 meses y denunció una “guerra” contra su país llevada a cabo desde el extranjero.
Asad acusó de “bárbaros” a los autores de la matanza de Hula en la que el pasado 25 de mayo fueron asesinadas 108 personas, incluidos 49 niños. Sin embargo, un informe de la ONU responsabilizó a matones a sueldo del régimen de haber perpetrado esta matanza.
Nada indica desde ahora que se aplicará de forma tangible el plan del mediador de la ONU y de la Liga Árabe, Kofi Annan. Este texto preconiza el alto el fuego pero ha quedado en papel mojado. El mandatario dijo que Siria es objetivo de un “plan de destrucción”. Asad se presentó como un dique de contención contra el “terrorismo que sube”.
El presidente sirio, que no reconoce al movimiento de protesta y lo asimila a “terrorismo”, dijo que su régimen había “probado todos los medios políticos”
pero que sus esfuerzos fueron vanos porque enfrenta “una verdadera guerra llevada a cabo desde el extranjero y los medios para afrontarla son diferentes”.
Subrayó también que a su juicio los responsables del “terrorismo no están interesados en el diálogo o las reformas. Están encargados de una misión y no pararán hasta que cumplan con esta misión o que logremos detenerlos”.
“El terrorismo no puede formar parte del proceso político y debemos luchar contra el terrorismo para curar a la nación”. Ello marca una línea concreta: no habrá diálogo con los opositores vinculados con el exterior, en alusión al Consejo Nacional Sirio (CNS), la principal componente de la oposición, basada en el extranjero.
Asad, cuya familia ocupa el poder desde hace cuatro décadas, ha hecho pocas intervenciones públicas desde el inicio de la revuelta popular el 15 de marzo de 2011, y prácticamente cada vez evocó “un complot de grupos terroristas tramado con el exterior” para sembrar el caos en el país.
La revuelta popular se ha ido militarizando a medida que pasaron los meses. La violencia sigue dejando decenas de muertos a diario, a pesar de la presencia de casi 300 observadores de la ONU encargados de vigilar el alto el fuego proclamado el 12 de abril y sistemáticamente infringido.
Fuente Radio Francia Internacional
Santiago 4 de junio de 2012
Crónica digital