La economía real viene para abajo. Así lo comprueban, por ejemplo, los principales indicadores que compilan el Financial Times y Brookings Institution, que resultan muy ilustrativos al respecto y se adjuntan.
Las economías emergentes siguen muy de cerca los movimientos de los desarrollados y los amplifican en el caso de los mercados financieros, es decir, suben mucho más y caen más bruscamente.Ello se verifica asimismo en el caso de China, por ejemplo, cuyos gráficos se adjuntan al final.
No hay vueltas que darle: antes de haberse recuperado de la Gran Recesión del 2007, la economía mundial viene nuevamente para abajo. Como han venido reiterando los principales analistas, la crisis se inició con el siglo y es de las que hoy se denominan “seculares.” Éstas se caracterizan porque varios ciclos normales se suceden hacia abajo antes de topar fondo y recuperar su trayectoria en ascenso. Las grandes crisis del siglo XX, precipitadas en 1929 y 1969, tardaron más de una década en topar fondo y cuando lo hicieron, los mercados financieros se encontraban mucho más deprimidos que en la actualidad, lo cual es un buen indicador de que falta bastante por caer.
Como se sabe, en estas grandes turbulencias el agua retorna a su nivel, es decir, se restablecen violentamente los equilibrios perdidos. Uno de ellos es la hipertrofia de los activos financieros – bolsas de valores, carteras de préstamos bancarios, precios de materias primas, etc. – los que habían venido creciendo muy por encima de la economía real. Es decir, habían subido más que el valor agregado, cuya evolución mide en forma precisa el Producto Interno Bruto (PIB) mundial. A la larga ello resulta evidentemente insostenible, puesto que el dinero no hace parir dinero por si solo, como comprobó Adam Smith, quién descubrió que el PIB crece en la misma medida que la cantidad, intensidad y calificación, de las horas de trabajo humano destinadas a producir bienes y servicios que logran venderse en el mercado.
Solamente en el caso de algunos países de Europa y particularmente en Grecia, por ejemplo, los mercados financieros parecen estar llegando a su sima. Las carteras bancarias se han castigado ya a lo menos en tres cuartas partes y la bolsa de comercio parece estar cerca de lo más profundo del hoyo, si se la compara con las utilidades de las empresas durante los diez años precedentes, lo que es un indicador utilizado frecuentemente para esta medición. Otros países como España, parecen encaminarse rápidamente en la misma dirección. Así lo afirma el historiador económico Russel Napier, en una entrevista del 28 de mayo con James Mackintosh del Financial Times. Los demás mercados financieros todavía debería caer mucho más, significativamente los EE.UU., que se mantiene principalmente porque el resto del mundo le sigue pasando recursos a cambio de dólares todavía muy sobrevaluados, afirma Napier.
Todo ello no es acabo de mundo. En el caso de Europa, lo más probable es que lejos de disolverse el Euro y el mercado común, suceda lo contrario: sus líderes profundizarán la integración fiscal y terminarán reforzando las instituciones estatales supranacionales que han creado trabajosamente a lo largo de medio siglo. Otros países grandes saldrán de la crisis reforzando su mercado interno y devaluando sus monedas para licuar sus activos financieros. Paul Krugman, en una notable conversación con Martin Wolf del Financial Times, publicada el 26 de mayo por ese medio, manifiesta que la mejor salida para los EE.UU. es seguir el ejemplo del Japón en las últimas dos décadas, que ha licuado los activos financieros forzando a los inversionistas locales a prestarle dinero al Estado a tasas negativas, al tiempo que ha mantenido e incluso incrementado el ingreso per cápita a pesar de una economía estancada.
Para Chile, sin embargo, las noticias son muy malas, debido a la extrema vulnerabilidad en que ha sumido a su economía la locura neoliberal, fomentada por las grandes corporaciones rentistas que hegemonizan la elite. Las exportaciones, que llegaron a representar un 47 por ciento del PIB el 2007, todavía no recuperan su nivel máximo de entonces, si se las mide en UF. El precio del cobre, que representa más de la mitad de las mismas, se está desinflando rapidamente: ha caído un cuarto desde su máximo y probablemente caerá mucho más todavía antes que la crisis tope fondo. Algo parecido ocurrirá con otros minerales, que sumados al cobre alcanzan a dos tercios de las exportaciones, y también otras materias primas.
La bolsa de comercio y el peso se han valorizado artificialmente hasta lo indecible, a merced de especuladores internacionales y las AFP, que ingresan y retiran divisas a su amaño, gracias a la permisividad del Banco Central: la bolsa chilena medida en euros o dólares sigue siendo una de las más infladas del mundo, a pesar de su “corrección” de los últimos meses. Para que decir los fondos AFP, que han sostenido la ilusión de un crecimiento de más de ocho por ciento promedio anual a lo largo de casi treinta años: el 2008 perdieron un tercio de su valor y la mitad en el caso del fondo A. En los últimos dos meses han perdido cinco mil millones de dólares y en los últimos cinco años no han ganado un peso, al revés, el fondo A está un quinto más bajo que entonces, en términos reales. Esto va a continuar, hasta que la ganancia de largo plazo se ajuste a lo que dan los mercados financieros en realidad, que no excede uno por ciento anual en promedio.
Hay que reconocer que el Ministro de Hacienda y el Presidente parecen estar plenamente conscientes de todo lo anterior. Nunca han caído en el optimismo obsesivo de los operadores financieros, que son usualmente los más consultados por medios de comunicación que parecieran andar a la caza inversionistas incautos. Por el contrario, desde hace meses han anunciado que tienen preparado un contundente conjunto de medidas fiscales y monetarias para enfrentar un eventual recrudecimiento de la crisis. Habrá que ver.
El capitalismo se va a recuperar de esta crisis al igual que de las anteriores, pero la locura neoliberal no, como dice Eric Hobsbawm. En el caso chileno, antes que termine la crisis se va a acabar con el movimiento irrestricto de capitales externos, el modelo exportador con apertura unilateral, el libre acceso sin cobro a los recursos naturales, las AFP y muchas otras distorsiones y frescuras neoliberales.
¡Mala cosa Willy!
Por Manuel Riesco Larráin. El autor es economista del CENDA. Miembro del Consejo Editorial de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 28 de mayo 2012
Crónica Digital