Reconocido como el más grande mimo del mundo y posiblemente de la historia, Marcel Mangel, nacido en Estrasburgo, Francia, en 1923, falleció a los 84 años de edad, rodeado de sus seres más queridos, ayer sábado en un lugar no precisado.
Creó muchos personajes emblemáticos, al calor de su inspiración en figuras internacionales del cine mudo como Charles Chaplin, Buster Keaton y Laurel y Hardy, pero tal vez Bip fue una suerte de alter ego con su rostro de payaso y chistera desvencijada.
Alumno de la escuela de teatro “Sarah Bernhardt” de París, donde tomó cursos de pantomima de Etienne Decroux, Marceau hizo célebre entre sus obras de un vasto repertorio “Adolescencia, madurez, vejez y muerte”.
“Logró en menos de cinco minutos lo que la mayoría de los novelistas hacen en volúmenes”, dijo un crítico francés fascinado con ese poder de síntesis y expresividad que siempre caracterizó a Marceau.
Sobreviviente de la Segunda Guerra Mundial, donde se alistó con las tropas aliadas, Bip, como llegaron a llamarle cariñosamente por su entrañable personaje, descolló también por sus papeles en El fabricante de máscaras y El jardín público.
Para quienes lo vimos actuar, Marceau tenía el don de convocar a una sonrisa reflexiva y profunda, hurgaba en las nostalgias del alma sin ser demasiado incisivo y terminaba siempre con un mensaje cuando menos conmovedor sin dramatismos.
Después de recibir en 1948 el premio Deburau (en memoria de Pierrot), uno de los tantos en su carrera, fundó su compañía de pantomima y se presentó en los mejores teatros de París, Europa, Canadá y América del Sur, y más adelante en Estados Unidos.
Desde Bip, hasta un camarero malhumorado, un domador de leones o una mujer que teje, era de esos artistas que conquistaba al público a primera vista o provocaba bostezos.
Generalmente encantaba, como lo hizo en su gira de despedida a los 82 años de edad, todavía con una increíble versatilidad histriónica de la mímica por Cuba, Colombia, Chile y Brasil.
Cuba es ya parte de mi historia, dijo emocionado en La Habana cuando los espectadores no parecían dispuestos a poner fin a una larga ovación tras una de las impecables actuaciones de Marcel Marceau.
Paris, 24 de septiembre 2007
Prensa Latina , 0, 80, 9