En efecto, los problemas bursátiles que desde hace dos semanas mantienen en jaque a la economía más poderosa del orbe, también repercutió fuera de sus fronteras con afectaciones en las principales bolsas latinoamericanas.
Países como México, Brasil, Chile, Argentina, Venezuela, Colombia, Perú y otros, sufrieron directamente el golpe de la crisis de las bolsas y del mercado de las hipotecas de Estados Unidos, quedando atrapadas por el pánico de sus inversores.
Motivos para este pesimismo sobraron al ver caer los mercados financieros de Nueva York, Washington y Chicago, entre otros, durante tres días consecutivos de la semana que concluye, acompañados por escándalos contables y con un panorama empresarial incierto.
En tres de los cinco días de actividades bursátiles, las plazas cambiarias latinoamericanas bajaron con grandes pérdidas, golpeados por el retroceso financiero en Wall Street, en medio de los persistentes temores a un endurecimiento de las condiciones de crédito en sus países.
Las turbulencias financieras que ocurren actualmente en Estados Unidos se amplificaron con crece en el orbe.
La Bolsa de Valores de Sao Paulo, la más importante de Latinoamérica, fue una de las más afectada en el periodo con una caída del Real, la moneda brasileña, que se vio devaluada ante el dólar.
En México, el índice IPC de la bolsa azteca, registró en solo dos días (martes y miércoles) una caída del 1,61 por ciento, mientras el peso retrocedía un 0,38 por ciento ante el billete verde.
“Sigue sin gustarnos la situación. No vemos fuerza en la bolsa local, ni en la de Estados Unidos, y lo peor de todo es que la tendencia negativa seguirá durante la próxima semana”, dijo un operador mexicano.
En tanto, en Chile, el índice de las 40 acciones líderes de la bolsa de comercio de Santiago, cayó en la semana un 1,36 por ciento debido al riesgo asociado a las débiles ofertas de créditos en Estados Unidos.
En Colombia, la Bolsa de Valores de Bogota, bajó un 1,62 por ciento, al tiempo que el peso se depreció un 0,94.
Si continua la incertidumbre del mercado causada por la bancarrota de empresas estadounidenses de hipotecas, junto con los enormes desequilibrios de bienes y servicios, peligrará con seguridad el crecimiento económico de América Latina y El Caribe, pronosticó la Organización Mundial de Comercio.
Pero quizás la cara más triste de esta crisis es la de miles de personas que ven encarecer diariamente sus vidas con una moneda que ante cualquier impacto negativo de la economía norteamericana, repercute desfavorablemente directamente en sus bolsillos.
Igualmente, los miles de jubilados, pensionados y centros educacionales públicos que dependen del bienestar social del estado, son las primeras víctimas de las tempestades financieras de los gobiernos que implantan de inmediatos sus recortes presupuestarios.
De ahí la lógica de que si los ciudadanos ganan menos, también gastarán el mínimo, y caería la demanda por productos importados por América Latina.
Teniendo en cuenta que Estados Unidos es el principal socio comercial y financiero de casi todos los países latinoamericanos, un estornudo de la economía de esa nación muchas veces resulta en un resfriado para las economías vecinas.
El autor es periodista de la Redacción Central de Prensa Latina
Santiago de Chile, 31 de agosto 2007
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