De visita ante el monumento a “Salvador Allende” en La Habana, cuando tuve frente a mí, a la altura de mi vista el pregnante símbolo patrio de una nación tan querida y admirada, inevitablemente pensé en Salvador Allende.
Fue la razón el pilar de sus luchas por la justicia social, la verdadera soberanía, por el rescate de la dignidad nacional.
La razón lo asistió siempre y nunca la fuerza. Todo su accionar político estuvo sustentado en ella, en los valores éticos, en principios morales. Una conducta de ejemplo buscando siempre el mejoramiento humano.
En Concepción, en el mes de agosto de 1971, en su mensaje a la XX Conferencia de la Juventud Socialista de Chile, Salvador Allende al intervenir en el foro juvenil, delineó estrategias para los jóvenes, dio algunas indicaciones y reflexionó sobre la misión de la juventud socialista y de toda la juventud chilena en aquel original y trascendente proceso de cambio que fue trágicamente cercenado. Había en sus ideas mucha razón, para creerle, para seguirle.
A 35 años de aquel memorable día de agosto, sus palabras cobran actualidad, razones que llegan como reclamo inconcluso, como postrera enseñanza.
Dijo Allende: “La juventud debe ser base y motor del proceso de cambio en la sociedad chilena.”
“La juventud debe tener conciencia que lo que se ha logrado en Chile representa un paso decisivo para las masas populares no sólo de nuestro país, sino del continente”.
“Nosotros nos comprometimos frente a un país a poner en marcha un programa y que ese programa tenemos que realizarlo dentro de los cauces jurídicos de la democracia burguesa, y dentro de estas leyes hacer los cambios para establecer las nuevas leyes del pueblo. De allí que, indiscutiblemente, para nosotros habrá mayores dificultades, pero también el costo social -y eso nos interesa profundamente- es y será mucho menor”.
“La “revolución” no es una palabra y que tentativas revolucionarias ha habido cientos y miles, en distintas latitudes, y son pocos los países que han alcanzado la Revolución”.
“La juventud debe entender que el socialismo no se impone por decreto, que es un proceso social en desarrollo. Y la juventud sabe que no hay posibilidad de acción revolucionaria sin teoría revolucionaria. De allí, entonces, que mi gran preocupación e interés es que los cuadros juveniles enfrenten la realidad tal como la vivimos y comprendan que ellos deben ser esencialmente el motor movilizador de las masas para el cumplimiento del programa. Prepararse políticamente para ser guías de los sectores populares”.
“Pienso que es indispensable entonces, que haya concordancia entre la acción de la juventud y la de los partidos políticos que forman parte de la Unidad Popular. Y de la juventud, para captar, atraer a otros sectores juveniles que, no militando en nuestras agrupaciones políticas, pueden y deben contribuir al proceso de cambios que imperativamente Chile reclama”.
“Muchas veces he sostenido que la juventud tiene una doble misión: actuar y prepararse para actuar. La juventud tiene que capacitarse no sólo políticamente, sino en el conocimiento de una técnica, de una carrera, de una profesión. La juventud debe entender perfectamente bien que nosotros sabemos que ellos, los jóvenes, serán, en definitiva, los que tendrán en sus manos la construcción de la sociedad socialista”.
“Lo que hemos alcanzado en Chile es un paso trascendental. Son millones y millones de seres humanos que miran la experiencia chilena, experiencia que indiscutiblemente tiene características propias, que rompe un poco los esquemas, pero cuyo contenido nadie puede negar: que es y será el de hacer las transformaciones; que las estamos haciendo dentro de un marco que nosotros mismos aceptamos, es cierto, pero que vamos al socialismo, también es cierto.”
“El futuro del proceso revolucionario descansa en la Juventud Socialista.”
Por la fuerza de la razón..y el tiempo.
Por José A. Buergo Rodríguez
Santiago de Chile, 26 de agosto de 2007
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