Los mercados financieros funcionan on-line, las 24 horas del día. Los capitales golondrinas obtienen información continua para arbitrar tasas de interés y tipos de cambio. Frente a esta realidad, los Bancos Centrales han optado por una política monetaria anclada a una determinada meta de inflación, dejando que el mercado equilibre el nivel del tipo de cambio.
A partir de una cierta etapa del desarrollo, los países requieren pasar de un estadio de desarrollo basado en la competitividad precio de los factores (capital y trabajo) a otro que esté fundado en el conocimiento y la tecnología. Este cambio de paradigma implica ciertamente desafíos más exigentes en la organización de la empresa para absorber tecnología y desarrollar competitividad.
En Chile, en los últimos 15 años, se constata que los ingresos del capital han aumentado su participación relativa en la economía, por sobre los ingresos del trabajo. En este período se el estrato de las grandes empresas es cada vez más competitivo, donde: las empresas del Retail y de Servicios se expanden a lo largo del país, las fusiones de empresas determinan ulteriores economías de escala y la externalización de faenas permite capturar una renta aún mayor de la cadena de producción.
Los resultados están a la vista. Las grandes empresas han sabido aprovechar muy bien las oportunidades que ofrecen los mercados globalizados, pudiendo aumentar sus ventas en el período considerado, tanto dentro como fuera del país. Además, algunas empresas consideran incluso que el mercado nacional les ha quedado estrecho y buscan desarrollarse a escala multinacional.
La otra cara de la moneda son las PYMEs. En efecto, en todo este período las PYMEs han visto menguar su participación de mercado, lo cual es un simple reflejo de una capacidad competitiva deteriorada respecto de la gran empresa y también del producto importado. Respecto de la demanda externa, las PYMEs tampoco han logrado desarrollar sus exportaciones en forma sustantiva.
Cuando la PYME ha buscado encadenarse con la gran empresa lo ha hecho ofreciendo sus productos y servicios con grandes descuentos, sacrificando de esta manera precios y rentabilidad. Al final del día, este encadenamiento de la PYME, a diferencia de la gran empresa, le ha permitido obtener los recursos solo para darse vuelta, descartando de plano la posibilidad de invertir y de proyectarse en el tiempo.
Los efectos de la globalización en las PYMEs son que estas han perdido una parte de su capacidad competitiva y con ello la posibilidad de auto-financiar sus propios programas de inversión. El financiamiento de largo plazo les resulta más difícil y caro. Con ello se aleja aún más la posibilidad de que las PYMEs accedan a una tecnología de vanguardia que les permitiría romper con esta brecha sistémica de productividad y de competitividad.
El desafío para el desarrollo sustentable en Chile, está dado por lograr cambiar esta lógica dual en los negocios, generando una política público privada destinada a dar apoyo a las PYMEs para lograr cerrar la brecha existente de productividad con las grandes empresas. De esta manera se podrán generar nuevos empleos de calidad que irán a engrosar los ingresos familiares y también se proyectará un desarrollo más armónico en el territorio nacional. Las medidas de Chile Emprende Contigo, anunciadas por la Presidenta Bachelet en Mayo pasado, son un avance muy importante en esta dirección, involucrando recursos que alcanzan a los 850 millones de dólares.
Entre las medidas comprometidas por la Presidenta Bachelet está la creación de un Estatuto especial para el desarrollo de las Pequeñas Empresas. Este Estatuto facilitará los trámites para que las empresas que nacen puedan obtener sus permisos y patentes en tiempos y costos razonablemente bajos. Además, este Estatuto simplificará los procedimientos para poder cerrar una empresa, dando así una nueva oportunidad al emprendedor para que vuelva a intentarlo con otro proyecto.
Debiera el Ejecutivo aprovechar la ocasión del Estatuto para considerar la incorporación de la figura del Ombudsman de la Pequeña Empresa y, al igual como ocurre en otros países desarrollados, éste sea un órgano que se encargue en forma exclusiva de defender los derechos legales de las pequeñas empresas ante las demás instituciones del Estado.
El sistema de fomento actual está encaminándose hacia una mayor descentralización en la asignación de los recursos públicos. Esta transición, requiere empoderar a las regiones y muy especialmente a sus Agencia Regionales de Desarrollo Productivo para que sean capaces de liderar una propia estrategia de desarrollo productivo, consensuada con los principales actores público-privados de cada territorio.
Constatándose la existencia de una voluntad política creciente por descentralizar, ahora le toca a las regiones hacer su pega, debiendo éstas focalizar los recursos del fomento productivo en los conglomerados o clusters territoriales definidos en las distintas estrategias del desarrollo regional. Este camino conduce a que las PYMEs se transformen en un factor estratégico y en una solución a los desafíos que plantea el desarrollo regional y nacional del país.
Por Juan Carlos Scapini. Director Ingeniería Comercial Universidad Central.
Santiago, 31 de Julio de 2007
Crónica Digital
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