De acuerdo con un artículo de los profesores James Fowler, de la Universidad de Harvard y Nicholas Christakis, de la Universidad de California en San Diego, las posibilidades de que una persona sea obesa aumentan en un 57 por ciento si esta tiene amigos entraditos en carnes.
Entre hermanos, agregan los especialitas, el riesgo de que el sobrepeso se “contagie” aumenta en un 40 por ciento, mientras en una pareja heterosexual, si uno se torna obeso el otro incrementa el peligro de seguirlo en un 37 por ciento.
Tras estudiar a un grupo de 12 mil 67 amigos y familiares desde 1971 hasta el 2003, los científicos sugieren que probablemente existan regiones cerebrales relacionadas con la alimentación que puedan estimularse al observar comer a un semejante.
La buena noticia, concluyen, es que semejante mecanismo psicológico impulsa también a imitar hábitos alimenticios sanos.
Washington, 27 julio 2007
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