El primer anuncio lo hizo la mandataria chilena a fines de mayo y, desde entonces, arreciaron los ataques, en ocasiones con argumentos extremos, hasta que esta semana Bachelet volvió a defender su “maletín” y todo el proyecto que contiene.
¿Qué pudiera provocar tan duros ataques a una iniciativa evidentemente beneficiosa para la educación y la cultura del país, donde además la relación libro-ciudadano está muy baja?
¿Porqué hay tanta oposición a un proyecto novedoso, inserto en un esfuerzo mayor por recuperar el hábito de lectura?
Las respuestas pueden ser múltiples, pero, al final, la mayoría refleja oscuros intereses en un país donde, aparentemente, por encima de la educación y la cultura está siempre, o casi siempre, el mercado.
Dueños de algunos medios, voceros emblemáticos del mercado, que conocen el negocio editorial, pero no siempre sus valores, insinuaron que la compra por el Estado de libros por unos 11 millones de dólares, para conformar el “maletín”, pudiera prestarse para malos manejos.
La ministra de Educación, Yasna Provoste, encargada del proyecto, declaró: “Me duele profundamente esta situación de criticas hacia esta iniciativa. Refleja discriminación y prejuicio hacia los más pobres.”
Una buena parte de esos argumentos, que señalan que los libros van a terminar en la calle, desconocen el enorme esfuerzo que realiza la gente que le toca enfrentar una vida con recursos económicos y culturales más limitados, afirmó.
Por su parte, Nivia Palma, directora de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (DIBAM), planteó que la idea, “desde el punto de vista cultural, tiene una fuerza tremenda, porque es poner en el centro del desarrollo individual, personal y familiar al libro”.
Otros sectores, incluso de la industria editorial, respaldaron el proyecto, que contempla la entrega de 400 mil maletines a partir del 2008 hasta el 2010, año en que Bachelet termina su mandato.
Pero, las críticas continuaron, hasta que la Presidenta dedicó uno de sus más recientes discursos al tema.
Indignada por los prejuicios de sus críticos contra los chilenos más pobres, señaló que hay quienes sostienen que lo primero que harán los receptores de los maletines será vender los libros.
“Algunos han dicho que la gente no necesita esos libros, que no sabrán ocuparlos, que es dinero botado o es propaganda”, dijo.
Incluso, apuntó, se ha llegado al extremo de decir que venderán los libros para comprar drogas, lo que calificó de falta de respeto.
Y, agregó: “A quienes menosprecian a nuestra gente y a nuestra cultura, les digo que tenemos a un pueblo que valora la educación, que se siente orgulloso de nuestra historia y que aprecia el conocimiento”.
“La experiencia nos muestra que sólo se hacen grandes los pueblos que aprenden más y mejor, y no voy a permitir que ningún prejuicio se interponga entre nuestros estudiantes y los libros,” subrayó.
Bachelet recordó que los poetas chilenos Gabriela Mistral y Pablo Neruda, ambos Premios Nobel de Literatura, surgieron de hogares humildes y avanzaron porque tuvieron la oportunidad de tener un libro en sus manos.
Resaltó, además, que este maletín será un emisario que permitirá despertar a “otras Gabrielas y a otros Pablos”.
Por jorge Luna. El autor es corresponsal de Prensa Latina en Chile.
Santiago de Chile, 15 de julio 2007
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